Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

viernes, 6 de junio de 2008

POESIA

Peaje

Hay que pagar un precio
para entrar en la poesía:
Ramos de lloviznas.
Perfume de horas en silencio.
Rastros de un animal extinguido
hace mil años y un día.

Hojas de árboles pensativos.
Muestras gratis de locura.
Pensamientos en su tinta.
Monedas sin números.

Espejos empañados de futuro.
Una pócima de estrellas.
Y así…
entrar sin pedir permiso a nadie.


La espera

Y entonces vino el invierno
cargado de estrellas frías,
con su bostezo animal de aliento helado,
imantando tu mirada de escarcha.

Vino, como viene lo inevitable
sin argumentos, sin pedir permiso,
susurrando al oido el viento oportuno,
sin que me diera cuenta, el adios.

Junté las cenizas del delicioso fuego
que ardían en las noches largas,
las palabras que te nombraban
y tracé una línea entre el ayer y ahora.

Te dibujé en los pasos que te llevaban,
ocaso de besos se iban con la menuda huella
y supe en silencio, no que te perdía,
sino que me extraviaba en la soledad.

La fugacidad de un momento me alumbró.
La esperanza como una flor silvestre
me nació en los páramos del alma:
allí donde se empecina lo imposible.

Creció y quebró hielos la esperanza,
cómo decirle que no a esta hada terca
que me invadió con su aroma posible.
y se hizo de luz tu sonrisa futura.


Migajas de utopía

Sobrevives, me dicen,
de un pan inmaterial
hecho con harinas de ideales.
Te alimentas
y en ese orden, sueñas.
Todo en ti amanece,
una luz te sazona el alma.

No tienes bastante,
con la alegría te sobra.
Das hasta lo que te falta,
ese es tu mejor ejemplo:
la pobreza no te oscureció
y la vida es una gema a pulir.

Te alimentas del aire
y los que mucho tienen
envidian la liviandad
de quien no lleva sobrepesos.
Eres libre tan sólo con lo puesto,
lo que llevas está en el cuenco de tu alma.
Eres una idea,
una hélice de lo posible.



Desencuentro

Puntual este silencio
nos quebró en dos,
tu no diste excusa alguna
y yo concilié con el orgullo
que me dictó una torpe frialdad.

Soñamos que ésto no pasaría,
la indiferencia era una mala idea.
Vos juraste amor y te creí,
sumando equívocos
nos prometimos la eternidad
como si fuera de nuestra propiedad.

Desencantándonos nacimos
y colapsamos ante el primer No.
Yo lo intuía, tu lo sabías:
el adios se teje con medias palabras
y miradas que se posan lejos.


Sombra

No me abandones
pulso de noche en mi costado
pues sé que siempre eres parte
de mi mismo, una extensión,
unos brazos amistosos
que me unen con la muerte

En cada momento te llevo
como una sentencia:
de sombra eres
y en noche te convertirás.

Pero dime penumbra amiga:
¿Tu me sigues o te sigo yo?
Eres tú o simplemente un signo
que juega a mi alrededor
como un reloj indeclinable
obediente a tu manto definitivo.
que sé me cubrirá algún día.

También sé que no eres la única
otros retazos van con mis vecinos
con la misma puntualidad.
Sacerdotes de la oscuridad
ciegos disciplinados que danzan
y en su bailoteo inabarcable.
se reparten el botín sombrío.



Poemas del libro Luna de menta
César González Páez