Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

martes, 29 de noviembre de 2011

Dos poemas...

Esas manos

 

Mansas como aves anidadas
descansan sobre la mesa
o las agitan los recuerdos.
 
De pronto, sin imaginar
raspan un juguete de madera,
ya en desuso, mil veces pintado
 
A cada roce de las uñas
otras capas, de colores
anteriores, van apareciendo.
cada uno fue un estado de ánimo.
 
Es un muñeco que te sonríe
oriundo del planetario de la niñez.
Ah, si esa sonrisa supiera
las veces que la acariciaste,
y le pintaste los labios
según el entusiasmo y los años,

Vuelve el muñeco al desván.
Pero tus manos son palomas,
inquietas que vuelan en gestos
de amor ya perdidos.

 
Yo sé el secreto de ala
que gestan tus manos
cuando se alistan a las caricias
y dan el efecto de invención,
de intensos sentimientos.
 
Pasados que tus manos atrapan
y arrullan, porque de amor…
hay que seguir viviendo.
Aunque en ese tierno nido
que son tus dedos cruzados,
tarde en madurar lo que vendrá.


******


Ámala



Como si fuera una joya
que te ha costado
los ahorros de tu vida
Dale los sentimientos
guardados como perlas
y educados por los años
de su indiferencia.

Ámala

Porque ella está hecha
de tierra fértil y agua clara,
tiene el timbre de las aves
que aciertan la primavera.

Y no es que diga
siempre verdades,
sino que sus sensateces
son caminos seguros
para seguir viviendo.

Ámala

No por lo que dibujó
tu corazón mezquino
Sedúcela porque existe
y es parte del día.
Se ha ganado el espacio
que respira su juventud
de fresca vertiente,
que se desmigaja
como el pan del mediodía.

Ella es sabia a su modo,
calma la sed de los años
porque está al tanto
que no hay libreto escrito.
Vivir se da sólo amando
para contar algún día
que ella le puso vuelo a la vida
y le dio peso y sentido
a la existencia.




martes, 15 de noviembre de 2011

Todos somos comediantes

Llega a mis manos un curioso libro, tanto por su título como por su portada color anaranjado
fosforescente, escrito por Antonio Ozores, un comediante español. A su libro de memorias, a la que todo actor o humorista llega un día, le puso como llamativo título: El oficio más viejo del
mundo. Para él, el oficio más antiguo del mundo es el de comediante, y se suma a la teoría de otros que dicen que la primera actividad rentable es la prestación de servicios sexuales. Adentrándome en el libro de Ozores, encuentro algo más que una simple crónica de hechos ocurridos en su larga trayectoria, encuentro consejos que pueden ser útiles para gente de teatro o cine y para gente común. Ejemplo, si usted va a escribir una novela o filmar un documental, cuídese de nombrar personas conocidas por todos. Lo que puede ser una intervención de humor con tal protagonista, tal vez ese personaje ya no está (se enfermó o murió), el chiste que quería hacer será tomado como una falta de respeto. Supongo que lo mismo debe ocurrir en artículos como estos, en los cuales a veces se critican hechos y personas que pierden vigencia, antes que este boletín esté en la calle.

Es irresistible que en algún momento de su vida usted piense que todo lo que ha vivido
merece la pena contarse y el libro amanece en las estanterías de las librerías como una gran novedad.
Sin embargo se encontrará que lo que escribió o no se entiende bien, o que le falta agilidad al texto, que si no hubiese contado tantos detalles mínimos la historia sería más
jugosa. Y ¿qué tenemos? Un libro más en el buzón del olvido. Cosa que no sucede con el texto de Ozores, editado por la editorial Norma. Es ameno y escrito en breves capítulos que son aprovechables por su clave de humor.


Pero volvamos al título del libro sobre la profesión más antigua. Dice que no lo eligió al azar. Después de visitar bibliotecas y consultar sobre el tema, se le iluminó la teoría de que el hombre, y sobre todo la mujer, lo primero que hizo al comienzo de su aparición en la Tierra fue mentir, fingir, interpretar. Y les pregunta a sus lectores: “¿Qué le dijo Eva a Adán para que tomara la manzana? Mentiras, naturalmente”.
Por ende, ser actor es algo que llevamos desde los pañales de la humanidad… hasta en el
presente. O qué creen que responde un esposo cuando su mujer le pregunta: “¿De dónde vienes a esta hora de la noche?”. Entonces surge el actor, diciendo la excusa más apropiada luciéndose con una historia de ficción  que, por supuesto, no es verdad.

 Y un consejo, si insiste en eso de escribir sus memorias, si le pasó algo bochornoso, una metida de pata, algo reprochable que lo haga quedar en ridículo. Diga que
eso le pasó a otro y que usted lo sabe de buena fuente, porque fue un testigo privilegiado. El
actor que hay en usted, como en cada uno de nosotros, se lo agradecerá.

Y ahora, retomando el tema de las autobiografías, se dará cuenta de que en la vida de cualquier ser humano hay grandes lagunas donde realmente no pasa nada singular o particular. Mejor omita ese capítulo que será aburrido hasta para usted mismo. Incluso si se la pasa diciendo que toda su vida fue feliz y lindezas por el estilo, terminará aburriendo con eso. A la gente le gustan los detalles jugosos o ese hecho singular que sólo le pudo ocurrir a usted. Anímese, la vida es bella.

C.G.P.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Sólo se trata de imaginar

Imagine mundos mejores, aptos para la verdadera vida humana que supongo no es éste de hoy santificado por el consumo. Ensaye el incomparable arte de conformarse con poco, pues si hacemos un pequeño inventario de nuestras necesidades, nos encontraremos que llevamos encima un buen numero de cosas superfluas. Pueden ser objetos, pero también pueden ser conceptos ya desvencijados o que simplemente, estorban el oxígeno mental. Ocuparse en cosas estúpidas, lo puede conducir a comportamientos inesperados, como preocuparse por los debates de la televisión, con su carga mediáticamente inteligente. Deje de lado ese mundillo propenso al olvido y al ejercicio de la fama al servicio del olvido. La televisión ha hecho mucho por la humanidad, no existir por ejemplo en la antigüedad, lo que ha permitido que personas inventen, conquisten, piensen, construyan y sueñen sin el estorbo de la eterna polémica. Otro beneficio invalorable de la televisión es cuando no está encendida. No llevamos la cuenta que semejante distracción al final nos influye en la vida.

Mejor. imagine mundos posibles y comience a habitar en ellos, ya lo dice el dicho, si hemos diseñado castillos de una vida encantada, no hemos perdido el tiempo. Pues podemos comenzar a poner los ladrillos de los hechos. En el hacer y llevar al plano real lo que uno ha imaginado podría ser uno de los cimientos de la felicidad. Sea un precursor hasta de lo absurdo, como el caso que registra la historia y al que nadie le pone un gramo de interés. Cuenta que el filósofo, matemático y físico francés Blaise Pascal, imaginó en 1651 que era posible crear un transporte que recoja a personas y las lleve por un recorrido a cambio de una tarifa individual. A este invento, que podría haber sido un carruaje colectivo, le llamó ‘ómnibus’. Sí, señoras y señores, esa idea futurista, hoy convertida en uno de nuestros sufrimientos diarios, pergeñó lo que sería el transporte común-chatarra. La idea prosperó y dicen que ese tipo de transporte comenzó a circular a finales del siglo XVII en París. Ya en 1828 se convirtió en popular y necesario. nacía la industria de llevar pasajeros de aquí para allá, porque un hombre lo pensó. Hubo alguien que pensó que se podía visitar la luna y la humanidad lo ha logrado dejando su huella en el suelo selenita. Otros tuvieron ideas que no prosperaron pero ayudaron a poner leña en la creación literaria. Dicen que escritor germano Johann Wolfgang Goethe, además de ser un escritor, se interesó en temas científicos. Llegó a pensar en una teoría geológica llamada neptunismo, según la cual las rocas que vemos en nuestro planeta, llegaron desde el cielo, desde el espacio exterior. Tal vez imaginó una lluvia de meteoritos que impactaron en este mundo. Fue un rotundo fracaso porque la teoría correcta fue la denominada ‘vulcanismo’, según la cual las rocas de la superficie terrestre salieron del interior del planeta a través de los volcanes y otras fallas de la corteza. De modo que, en esto de la imaginación uno puede ir por donde quiere y los aciertos aparecen. Pero, si no se hubiera aventurado una teoría, a nada de esto se hubiera llegado… Por tal motivo imagine, una televisión inteligente, un transporte colectivo mejor, una vida digna para cada paraguayo, un día lunes lleno de esperanza, como el de hoy. Y quien le dice, a lo mejor, qué se yo, se me ocurre… sea posible un mundo feliz. Tal vez porque ya llega diciembre, el mes más optimista del año.

Por César González Páez