Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Gran fuga de versos




 

SEÑAL







Ese lápiz que lleva el verdulero

como una lanza arriba de su oreja,

no le dicta solamente cifras

de mezquinas cuentas a favor.



No.



Creo que, en verdad, le susurra

plegarias no escuchadas todavía,

le inspira cuentos venturosos

y poemas que se desprenden

como témpanos.



Le enseña un poco de gramática

y la cadencia del asombro.

El no alcanza a comprender

de dónde proviene el estallido

que le impone la palabra

y que le obliga a ver todo distinto.



Sospecha que la gracia concedida

es un estado de locura aceptable,

comprende que ese artefacto de grafito

le saca puntas a su vida

y le da brillos.



Con mesura lo afila cada noche

en un aula para adultos.











SUEÑO



Tuve un sueño muy curioso;

soñé que soñar sabía,

que la realidad me obedecía,

yo era como lo esperabas

y a ti nada te sobraba ni faltaba.



Qué fácil es soñar que se sueña,

que todo es como uno quiere,

que tu mano sostiene mi deseo,

¡ que un leve parpadeo cambia mundos !



De ese sueño ahora desconfío,

como el fuego se cuida del agua.

Esta ilusión se clausuró

con doble cerradura

y no sé de que lado está la llave.



Soñé que soñar sabía que poder podía,

que fantasear no me estaba prohibido.

que sueño más raro, se ahogó en su bruma

pero tuvo en sus bordes un aire de cierto.



Sin embargo siento todavía

que, si alguna vez he soñado que soñaba,

allí eras de verdad, no una mentira.

¿Habré sabido, en serio, soñar?

¿En que extremo ilusorio dejé la vigilia?

Porque voy por un claro de sueño

y tarda una vida el despertar.







EXPOFLOR



Hubo un día que las flores protestaron

por tanta indiferencia comprobada

y brotaron rompiendo el pavimento,

cortando el tránsito, cambiando el curso

del agua en alcantarillas y canales.



Algunos ciudadanos se alarmaron

y decretaron ilegal la alegría de las plantas,

las llamaron a silencio, a brotar con discreción

y respetar la reglas de una buena ecología.



Así cortaron de base las rosas insurrectas,

secaron la fija mirada de la margarita,

doblegaron la altivez de los claveles

y negaron lo sensual de la orquídeas.



Pero las semillas apostaron a la vida,

no pasaron por alto el color de las razones

pues no hay nada que supere el blanco de los lirios

o un norte mas preciso que el rubor de los corales.




No se puede exterminar selvas de aroma,

ni cortar a filo de navaja una línea de luz.

Siempre se vuelve al lugar iluminado

con brotes a favor del continuar, del decidir.



En el poblado escenario de los hechos

la naturaleza acecha con retoños,

quiere envolver la tierra de raíces

para dar, por fin, su flor inquebrantable.





       
Del libro Luna de menta.
César González Páez.