Pero resulta que la idea que encontré estaba abandonada, como suele estar la basura en las esquinas y que alguien recoge porque le viene bien, porque le hacía falta. Y las ideas no abundan, pregúntele a los publicistas, a los marketineros, a los cazadores de temas centrales en los periódicos, en los que se gastan noches enteras para preparar un programa de televisión, los diseñadores también entran en esta lista.
Una cosa que está tirada en la calle es del primero que la encuentre, diría un razonamiento normal. Heme aquí entonces con la idea que me tocó en suerte, pero como en la vida hay que ser honrados a como de lugar, les diré que la encontré porque estaba descartada, tirada, abandonada a su suerte porque a su dueño no le servía para nada. A simple vista era una idea fácil, que se le puede ocurrir a cualquiera, y así son las ideas, son buenas si uno sabe qué hacer con ellas. ¿De qué me sirve una buena idea, si no puedo darle un destino adecuado? Las ideas son difíciles de poner en práctica, porque si se las conduce mal no te llevan a ninguna parte. La dificultad está en ponerla en práctica, de allí que no me sea extraño haberla encontrado en la calle.
Una idea es algo intangible, un concepto para ser llevado a la realidad, que es el lugar donde da sus frutos. Este hallazgo me llevó a escribir una crónica sobre las ideas, valga la redundancia, que nadie quiere. Puede estar tirada una idea de ser honestos, que a los políticos no les sirve. Puede estar descartada la idea de un sueño sobre un mundo mejor, que muchos ven como una enorme responsabilidad. Puede estar tirada una idea de compañerismo, que los egocéntricos no ven y puede estar tirada una idea de cómo dar y recibir amor. Algo que muchos, que no la tienen, la pisotean a diario, porque no saben mirar a donde ella se encuentra. Porque están apurados por encontrar eso que no ven.
C.G.P.
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