Yo sé perfectamente bien que no te avienes a mis cuentos,
ni te seducen mis arranques de imaginación.
Tú eres la mirada lenta que estudia el intento, mides cada gota que te anima a hacer algo y analizas si eso está bien,
si cumple los requisitos de la buena costumbre de vivir. Te duele lo imprevisto, esa es la verdad. No te avienes a mis delirios, palabra que usas para mis improvisaciones de vivir. Y, en el fondo, me parece bien que te salves.
El no arriesgarse a nada es saludable, hay una estrategia hasta el no ser. Eso de mirar el mundo. como si estuviéramos pintados y no tuviéramos la culpa de nada.
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