Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

martes, 12 de febrero de 2013

Por aquí pasé


Lo que hacemos...


Y era cierto, la vida es la sentencia que cada uno paga por cómo la vive. El río va al mar y esa verdad, por más decorada que esté por la filosofía, sólo se trata de saber a dónde nos conduce la existencia, esclava de la muerte. Debe ser, que por el fervor de la persistencia hace que los artistas canten, actúen, pinten, hagan hasta de empleados o dejen buenos actos y con amores, dejen sus huellas en este mundo.
Y ese es otro desafío, dejar rastros, aunque sea en forma de escritura, para que puedan leer los otros, y asumir nuestros propios errores. Faltas que te hacen comprender que un escollo del ayer es como un cartel, de esos que abundan en el camino: Por aquí no pase. 
Pero yo pasé por aquí y lloré y tuve alegrías de las buenas como, ya dije, penas sospechosamente intensas.
Me gustaría escribir sobre el camino que hacemos y dónde están los baches.
Inevitables que nos estancan el alma. Y poner más carteles de advertencias que nadie atiende, porque sólo se leen los errores propios. 
A veces sueño con que soy alguien y ese sueño no sé si es la vida real, o uno que me gustaría ser el que dormita. Y está latente porque, créame, de esperanza también se vive.

Parque temático



A tono con
el momento


Imprudente táctica es el enojo y es una verdad  a voces que en el callar no se estorban las palabras. Porque en los  decires erráticos y gestos de orgullo se tejen los motivos de los enfrentamientos. Siempre hay otro que piensa distinto y más le vale sus argumentos.
Para muchos, una palabra ofensiva no dicha la mayoría de las veces, es un acierto,  porque el negarse a decir todo lo que uno piensa es prevenir el desacierto. 
Pero hablando de no hablar más y negarse a recibir el auxilio de las razones que da la sensatez, es simplemente una cuestión de vano orgullo. Cuantas personas han ganado prestigio reconociendo que se han equivocado y que como dice el dicho ¨cada vez erran mejor” porque no se atienen a las razones que defiende su orgullo.
Si uno viniera al mundo con el guión escrito, no tendría razón la vida, el destino seria un estorbo pues ya estaría planeado, consensuado, aprobado y archivado el expediente de cada existencia. 
Por suerte existe el fracaso, el empezar de nuevo, el  volver a intentar y descubrir que aquello que nos parecía un páramo puede ser sembrado y tal vez nos regale futuros árboles, flores, vidas silvestres y otras sorpresas por el estilo. Es una cuestión de empezarnos a dar cuenta de lo que esta pasando en el mundo.
Creo que los  estrategas de la vida pública y de los destinos de mucha gente, mal llamados políticos, que  deberán ser necesariamente sabios y prudentes, no han arrancado hasta ahora. Porque no comprenden que no hay salvación por uno, sino en la asistencia de todos. 
Las buenas decisiones son eso que te permiten caminar a cualquier hora por la calle, pues hasta tu enemigo reconoce que eres una persona justa. No hay prestigio mas solidó que tu antagonista te respete. Aunque no faltará el loco que desbarate tal conjetura y arremeta para embarazar de nuevo a la injusticia que, por cierto, los hijos que da hacen de la historia una histeria.
Las razones para creer en algo justo son muy fuertes, pero la ambición es una vara difícil de medir,  hay pocos que comprenden que una vida se hace juntando muchos poquitos, trozos de errores, piedras en el zapato de la experiencia, fracasos de diversos calibres y colores, pero también poquitos de alegría, justicia, equidad, buenos sentimientos.

¿Por qué no la nobleza?


Y si…algo de nobleza, cada día en peligro de extinción. ¿De qué estoy hablando? Todo el tiempo la humanidad parece construirse a sí misma haciendo pedazos lo que construye, por eso las costumbres ancestrales desaparecen y hacen lugar al olvido fácil y hacen de este mundo algo frágil.
Por ejemplo, la naturaleza nos dio todo en buena forma, por muchos siglos  y en perfecto estado, nosotros, locatarios de un pequeño espacio de  vida, a lo largo de la historia, nos hemos encargado de estropearlo todo. Ahora, sabios y filósofos sólo pueden predecir cuánto tiempo nos queda. 
Un desastre ecológico nos mira desde lejos, pero viene teñido de radiación, de deforestación y desamaparo de las aguas, hoy verdes;  y el mundo es una tómbola en el que estas jugando sin participar, sin darte cuenta del grano de arena de desastre que sembramos todos los que no respetamos la ecología. 

La naturaleza continuará y reverdecerá, pero miles de millones de prepotentes e inocentes, en mi aldea global,  no vivirán para contarlo. 

Dos textos salvados del olvido


I


El sonido que llega de lejos, se parece a los pétalos de los silencios, que te escogen en intermitencias. Parece contradictorio pero toda ausencia produce un eco audible, hasta el ladrar del perro queda hueco cuando le ladra a una sombra. Cuando crees oír algo la voz se apaga y deja la mitad de la palabra que querías escuchar. Así nadando hacia el mar del no escuchar, te desligan de descifrar gritos sin argumentos, pedazos de razones que se van desintegrando por sus débiles evidencias, como tratar de escribir un tratado de por qué las olas se tributan al mar.
En momentos como éstos pareces que eres un sobreviviente. Alguien que quiere escuchar los latidos del mundo y sólo le quedan los de su propio corazón. ¿Será que así viviendo y trabajando en la invención de la sordera, de los que no se escuchan a sí mismos, es que vas creciendo para ser lo suficientemente adulto e idóneo para morir? Dudando, no ha sido otra la estrategia que te llevó por los años a la nada. Eres una madera flotando en el mar del tiempo, pero a pesar de todo eres un mensaje. Y eso es todo un vergel de esperanzas, una esquela  quizás tan sólo para ti mismo, una botella en el mar con el precepto tardíamente aprendido, que así flotando es como se va la vida.



II

Si te callas no estorbas y es un prudente modo de seguir por el camino, sobre todo si vas acompañado de otras almas con los mismos intereses. Nadie es más seguro que el que sabe a dónde va, lo que sucede es que muchos somos grumetes, marineros inexpertos en un barco que nos han prestado el timón unos piratas locos. Pero las razones están haciendo allá afuera señales para tu mente adormecida por los consentimientos, son faros que arroja sus luces en la noche. Parecen estar diciéndote: ¡Cuidado, puedes encallar si nos respetas las señales!  Algo dicen y es probable que te importe, siempre y cuando estés capacitado para escuchar lo inevitable: toda verdad se sale de los planes que tenías para ti mismo.
Los desenlaces muchas veces son tercos y necesitan arremolinar su embudo para llevarte como sea. Pero sospecho  que respetará al que resistió, al que no se quedó callado y hoy es bandera de los que siguen por la vida. Siempre hay que asumir un riesgo, pero respetando las señales por donde han pasado otros. Algún día te los encontrarás en el camino y reconocerás, no a extraños, sino a camaradas de la vida que hasta hoy vencieron las tormentas y…siguen.

viernes, 1 de febrero de 2013

Entreacto


Historia de desamor


De solo estar estando
fui superando mis errores,
pocos de ellos son ingratos
pues de cada uno tuve una lección.
que recité a costa de mi orgullo.

De vivir de salto en salto
dando tumbos, esquivando tumbas
me instruí de manera silvestre,
la supervivencia fue mi maestra.

De andar andando saqué partido
y del amor no me volví ajeno,
en puntuales ojos recalé mis sueños
y a poco el verbo se hizo de a dos.

Destejimos desafiantes el futuro.
Lo supe entonces, ahora lo olvido
tocar el cielo con las manos
es sólo el intento, nada más.


Y  el tiempo nos partió en dos…





*


Letrilla

Busco una palabra
que reemplace
a la llamada poesía.

Quiero decirle que venga
de un modo que ella sepa
que la nombro
sin decir su nombre.

Y sentirme poeta
sin uniforme,
hombre de ideas
sin ponerme ninguna

pero todas pintadas
con rubor del buen decir
 del arte de emocionar

sin decir que soy la luz
iluminarte el corazón
sin besos a la luna
pintarle uno en la cara.

y sin decir una palabra
sugerirla a todas
las del diccionario
del deseo que escribo.

¿Se entiende?


*




Eco de una diva

Perfume número cinco




César González Páez

No es esa mirada de deseo, ni el suave sonido de una seda deslizándose por un cuerpo perfecto; es la pátina del tiempo que no se descorre como un obsesivo rimel adherido a un rostro bello. Hay un recuerdo siempre presente que tenía un nombre -como lo tiene ahora- Marilyn. y ya no hace falta hurgar en sus aniversarios para tenerla presente cuando se trata de invocar a la sensualidad.

Su mirada presente, su facciones pintadas hasta por Andy Warhol, su garbo de mujer fatal, su lejano perfume Chanel número cinco. Parece el extracto de una extraña pócima que atrae adeptos que jamás la concibieron viva, ni oyeron su voz susurrante que era secreto de Estado. Existió y embiste todavía una presencia transparente y sola, como ella lo pudo comprobar: el teléfono jamás sonaba ¿cómo invitar a alguien que seguramente tiene tantos compromisos? El teléfono no sonaba a tiempo y la soledad fue tejiéndose con su apacible pero mortífera red. La fama le pasaba la factura a pagar con altas dosis de soledad.

No existe su cuerpo pero sin embargo todavía hace una sombra que nos abruma y seduce. Fue una mujer criticada, envidiada, deseada, odiada, adulada, más era imposible ignorarla. Se paseaba por todos los sentimientos humanos de su época y abrevaba de la incomprensión y tal vez de la falta del afecto verdadero. No tuvo hijos pero dejó descendencia de admiradores y de mujeres que copiaron su estilo pero jamás llegaron a ese nivel tan decididamente suyo que seducía sin proponérselo que generaba emociones de todo tipo.

Transparente sigue sonriendo en sus películas, su voz se desliza aún provocativa en un álbum miles de veces reeditado. Es aún una mujer vestida de perfume y brindis de champagne, es el producto más acabado de Hollywood que todavía se vende sin asistentes. Es ella, la que marcó un antes y un después en el concepto mujer. Cada cita con ella en sus películas es revivir el número de la magia perfecta que nos engañe de nuevo, y sonría como si no se hubiera ido nunca.