A tono con
el momento
Imprudente táctica es el
enojo y es una verdad a voces que en el
callar no se estorban las palabras. Porque en los decires erráticos y gestos de orgullo se tejen
los motivos de los enfrentamientos. Siempre hay otro que piensa distinto y más
le vale sus argumentos.
Para muchos, una palabra ofensiva
no dicha la mayoría de las veces, es un acierto, porque el negarse a decir todo lo que uno
piensa es prevenir el desacierto.
Pero hablando de no hablar más y negarse a
recibir el auxilio de las razones que da la sensatez, es simplemente una
cuestión de vano orgullo. Cuantas personas han ganado prestigio reconociendo
que se han equivocado y que como dice el dicho ¨cada vez erran mejor” porque no
se atienen a las razones que defiende su orgullo.
Si uno viniera al mundo con
el guión escrito, no tendría razón la vida, el destino seria un estorbo pues ya
estaría planeado, consensuado, aprobado y archivado el expediente de cada
existencia.
Por suerte existe el fracaso, el empezar de nuevo, el volver a intentar y descubrir que aquello que
nos parecía un páramo puede ser sembrado y tal vez nos regale futuros árboles,
flores, vidas silvestres y otras sorpresas por el estilo. Es una cuestión de
empezarnos a dar cuenta de lo que esta pasando en el mundo.
Creo que los estrategas de la vida pública y de los
destinos de mucha gente, mal llamados políticos, que deberán ser necesariamente sabios y prudentes,
no han arrancado hasta ahora. Porque no comprenden que no hay salvación por
uno, sino en la asistencia de todos.
Las buenas decisiones son eso que te
permiten caminar a cualquier hora por la calle, pues hasta tu enemigo reconoce
que eres una persona justa. No hay prestigio mas solidó que tu antagonista te
respete. Aunque no faltará el loco que desbarate tal conjetura y arremeta para embarazar
de nuevo a la injusticia que, por cierto, los hijos que da hacen de la historia
una histeria.
Las razones para creer en
algo justo son muy fuertes, pero la ambición es una vara difícil de medir, hay pocos que comprenden que una vida se hace
juntando muchos poquitos, trozos de errores, piedras en el zapato de la
experiencia, fracasos de diversos calibres y colores, pero también poquitos de
alegría, justicia, equidad, buenos sentimientos.
¿Por qué no la nobleza?
Y si…algo de nobleza, cada día
en peligro de extinción. ¿De qué estoy hablando? Todo el tiempo la humanidad
parece construirse a sí misma haciendo pedazos lo que construye, por eso las
costumbres ancestrales desaparecen y hacen lugar al olvido fácil y hacen de
este mundo algo frágil.
Por ejemplo, la naturaleza nos
dio todo en buena forma, por muchos siglos
y en perfecto estado, nosotros, locatarios de un pequeño espacio de vida, a lo largo de la historia, nos hemos
encargado de estropearlo todo. Ahora, sabios y filósofos sólo pueden predecir
cuánto tiempo nos queda.
Un desastre ecológico nos mira desde lejos, pero viene
teñido de radiación, de deforestación y desamaparo de las aguas, hoy verdes; y el mundo es una tómbola en el que estas jugando sin
participar, sin darte cuenta del grano de arena de desastre que sembramos todos
los que no respetamos la ecología.
La naturaleza continuará y reverdecerá, pero miles de
millones de prepotentes e inocentes, en mi aldea global, no vivirán para contarlo.