Lo que hacemos...
Y era cierto, la vida es la sentencia que cada uno paga por cómo la vive. El río va al mar y esa verdad, por más decorada que esté por la filosofía, sólo se trata de saber a dónde nos conduce la existencia, esclava de la muerte. Debe ser, que por el fervor de la persistencia hace que los artistas canten, actúen, pinten, hagan hasta de empleados o dejen buenos actos y con amores, dejen sus huellas en este mundo.
Y ese es otro desafío, dejar rastros, aunque sea en forma de escritura, para que puedan leer los otros, y asumir nuestros propios errores. Faltas que te hacen comprender que un escollo del ayer es como un cartel, de esos que abundan en el camino: Por aquí no pase.
Pero yo pasé por aquí y lloré y tuve alegrías de las buenas como, ya dije, penas sospechosamente intensas.
Me gustaría escribir sobre el camino que hacemos y dónde están los baches.
Inevitables que nos estancan el alma. Y poner más carteles de advertencias que nadie atiende, porque sólo se leen los errores propios.
A veces sueño con que soy alguien y ese sueño no sé si es la vida real, o uno que me gustaría ser el que dormita. Y está latente porque, créame, de esperanza también se vive.
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