I
El
sonido que llega de lejos, se parece a los pétalos de los silencios, que te
escogen en intermitencias. Parece contradictorio pero toda ausencia produce un
eco audible, hasta el ladrar del perro queda hueco cuando le ladra a una
sombra. Cuando crees oír algo la voz se apaga y deja la mitad de la palabra que
querías escuchar. Así nadando hacia el mar del no escuchar, te desligan de descifrar
gritos sin argumentos, pedazos de razones que se van desintegrando por sus
débiles evidencias, como tratar de escribir un tratado de por qué las olas se
tributan al mar.
En
momentos como éstos pareces que eres un sobreviviente. Alguien que quiere
escuchar los latidos del mundo y sólo le quedan los de su propio corazón. ¿Será
que así viviendo y trabajando en la invención de la sordera, de los que no se
escuchan a sí mismos, es que vas creciendo para ser lo suficientemente adulto e
idóneo para morir? Dudando, no ha sido otra la estrategia que te llevó por los
años a la nada. Eres una madera flotando en el mar del tiempo, pero a pesar de
todo eres un mensaje. Y eso es todo un vergel de esperanzas, una esquela quizás tan sólo para ti mismo, una botella en
el mar con el precepto tardíamente aprendido, que así flotando es como se va la
vida.
II
Si te callas no estorbas y es
un prudente modo de seguir por el camino, sobre todo si vas acompañado de otras
almas con los mismos intereses. Nadie es más seguro que el que sabe a dónde va,
lo que sucede es que muchos somos grumetes, marineros inexpertos en un barco
que nos han prestado el timón unos piratas locos. Pero las razones están
haciendo allá afuera señales para tu mente adormecida por los consentimientos,
son faros que arroja sus luces en la noche. Parecen estar diciéndote: ¡Cuidado,
puedes encallar si nos respetas las señales!
Algo dicen y es probable que te importe, siempre y cuando estés
capacitado para escuchar lo inevitable: toda verdad se sale de los planes que
tenías para ti mismo.
Los desenlaces muchas veces
son tercos y necesitan arremolinar su embudo para llevarte como sea. Pero
sospecho que respetará al que resistió,
al que no se quedó callado y hoy es bandera de los que siguen por la vida.
Siempre hay que asumir un riesgo, pero respetando las señales por donde han
pasado otros. Algún día te los encontrarás en el camino y reconocerás, no a
extraños, sino a camaradas de la vida que hasta hoy vencieron las tormentas
y…siguen.
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