A veces las encuestas indican fenómenos de comportamiento que, inevitablemente, nos pueden conducir a que, de repente, descubramos que somos optimistas. Porque está, dicen, en la naturaleza humana serlo, eso significa que usted por ejemplo debe creer a rajatabla que el salario le alcanzará hasta fin de mes. Para llegar a tal conclusión le preguntaron nada menos que a 150 mil personas en todo el mundo, dicen. La responsable es la Universidad de Kansas y una consultora internacional, los resultados se dieron a conocer recientemente. Qué lastima por el retraso, a lo mejor usted comenzaba a ser optimista desde hace un mes atrás. Pero seamos verdaderamente optimistas y creamos que lo somos. Cuando la crisis, el desempleo, la migración, las pandemias que vienen, vayan pasando según la agenda, seremos optimistas creyendo que eso a nosotros no nos va a pasar jamás. Como, por ejemplo, que alguien nos pregunte si somos optimistas y nos expliquen que tal consulta es para una estadística mundial. Seguramente a usted nadie le preguntó, pero por decreto de la opinión general, usted es un perfecto optimista, se lo ve alegre, sonriente, complaciente, radiante, risueño y animoso. Seguramente habrá notado que se cumple la sentencia paraguaya: Era feliz y no lo sabía. La felicidad lo ha fichado para jugar en su selección. Parece ser también que la encuesta ha motivado a muchos, por ejemplo los españoles, según el sondeo, son los más optimistas; los argentinos, según ellos, los más cultos y así una serie de cualidades optimistas que se adjudica la gente dando alpiste a la polémica. No hay que alarmarse, ya que en eso de ser optimista, nadie quiere ser menos.
Pero. hilando fino, esa tendencia parece cumplirse, porque si usted va a hacer fila al Instituto de Previsión Social a las tres de la mañana para ser atendido a las tres de la tarde. Esa espera en ese lapso de tiempo, indica que está contaminado de optimismo, de otra manera no se hubiera quedado allí por las dudas.. De la misma manera que cuando pacientemente espera a ese colectivo que lo deja más cerca y, luego de varias horas, se entera que ya no pasa por esa calle. El estudio, presentado en la reunión anual de la Asociación de Psicología Científica en San Francisco (Estados Unidos), ha arrojado que el optimismo es una condición humana universal y que no conoce fronteras. Ya podríamos pensar en formar una asociación: Optimistas sin fronteras. Porque para los hilos del absurdo cualquier punta del ovillo nos conduce a la verdad que se nos antoje. Y hoy estoy optimista, porque no me ha llegado ninguna factura, nadie me ha llamado para una reunión urgente, la chica esa que me gusta ni me mira. Pero nadie me saca mi optimismo, que es de mi propiedad y que me mantiene ocupado pensando que tal vez esa chica me llame.
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