Imagine mundos mejores, aptos para la verdadera vida humana que supongo no es éste de hoy santificado por el consumo. Ensaye el incomparable arte de conformarse con poco, pues si hacemos un pequeño inventario de nuestras necesidades, nos encontraremos que llevamos encima un buen número de cosas superfluas. Pueden ser objetos, pero también pueden ser conceptos ya desvencijados o que simplemente, estorban el oxígeno mental. Ocuparse en cosas estúpidas, lo puede conducir a comportamientos inesperados, como preocuparse por los debates de la televisión, con su carga mediáticamente inteligente. Deje de lado ese mundillo propenso al olvido y al ejercicio de la fama al servicio del olvido. La televisión ha hecho mucho por la humanidad, no existir por ejemplo en la antigüedad, lo que ha permitido que personas inventen, conquisten, piensen, construyan y sueñen sin el estorbo de la eterna polémica. Otro beneficio invalorable de la televisión es cuando no está encendida. No llevamos la cuenta que semejante distracción al final nos influye en la vida.
No se asuste estimado lector, no es que me he quedado sin tema…Mejor. imagine mundos posibles y comience a habitar en ellos, ya lo dice el dicho, si hemos diseñado castillos de una vida encantada, no hemos perdido el tiempo. Pues podemos comenzar a poner los ladrillos de los hechos. En el hacer y llevar al plano real lo que uno ha imaginado podría ser uno de los cimientos de la felicidad. Sea un precursor hasta de lo absurdo, como el caso que registra la historia y al que nadie le pone un gramo de interés. Cuenta que el filósofo, matemático y físico francés Blaise Pascal, imaginó en 1651 que era posible crear un transporte que recoja a personas y las lleve por un recorrido a cambio de una tarifa individual. A este invento, que podría haber sido un carruaje colectivo, le llamó ‘ómnibus’. Sí, señoras y señores, esa idea futurista, hoy convertida en uno de nuestros sufrimientos diarios, fue pensada en aquellos años que pergeñó lo que sería el transporte común-chatarra. La idea prosperó y dicen que ese tipo de transporte comenzó a circular a finales del siglo XVII en París. Todo porque un hombre lo pensó por primera vez. Hubo alguien que imaginó que se podía visitar la luna y la humanidad lo ha logrado dejando su huella en el suelo selenita. Otros tuvieron ideas que no prosperaron pero ayudaron para encontrar aciertos. Dicen que escritor germano Johann Wolfgang Goethe, además de ser un escritor, se interesó en temas científicos. Llegó a pensar en una teoría geológica llamada neptunismo, según la cual las rocas que vemos en nuestro planeta, llegaron desde el cielo, desde el espacio exterior. Tal vez imaginó una lluvia de meteoritos que impactaron en este mundo. Fue un rotundo fracaso porque la teoría correcta fue la denominada ‘vulcanismo’, según la cual las rocas de la superficie terrestre salieron del interior del planeta a través de los volcanes y otras fallas de la corteza terrestre. De modo que, en esto de la imaginación uno puede ir por donde quiere y los aciertos aparecen. Pero, si no se hubiera aventurado una teoría, a nada de esto se hubiera llegado… Por tal motivo imagine, una televisión inteligente, un transporte colectivo mejor, una vida digna para cada ser humano , un día lunes lleno de esperanza y los que siguen de la misma espuma. Y quien le dice, a lo mejor, qué se yo, se me ocurre… sea posible un mundo feliz. No importa en qué estación del año estemos, ésto es la vida,
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