Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

lunes, 23 de mayo de 2011

Eso que somos...



Hay veces que las cualidades de una persona no se manifiestan desde una temprana edad, hay veces que deben pasar por las pruebas que nos ponen a todos en movimiento sintomático con el mundo. Esto es que cada persona que viene a este valle de lágrimas,como suele decirse, sirve para algo. Descreo de esa filosoía del escritor español Antonio Machado, cuando describe a un hombre provinciano, de esos que uno calificaría de ‘manso’ o simplemente de ‘conformista’. Este escritor lo define de una manera mas tajante cuando escribe en sus versos “no es una fruta madura ni podrida, es una fruta vana”. Una fuerte y antipática definición para quienes tienen la filosofía de no enemistrase con el mundo y no ser demasiado ambiciosos, sólo en eso de llevar una vida planificada y dulcificada por el tranquilo acontecer de la rutina de un pueblo. Eso es tener una cualidad, que puede sacarle de sus cabales a los precipitados, a los ansiosos por conseguir más , que tiene la idea que si uno no está produciendo, iniciando proyectos y nuevos desafíos no está viviendo.


Pero de cualidades estamos hablando, hubo un hombre, un actor británico que curiosamente nos hizo reir sin hablar, y aunque el cine no hubiera sido mudo en su época, lo mismo hubiese ahorrado palabras para decirnos un monton de cosas sólo con gestos. Tenía una cualidad, la de no expresar sus sentimientos hacia afuera. Sus padres descubrieron esa rara cualidad cuando, siendo un pequeño niño se cayó de una escalera y pese a que rodó por varios peldaños no emitió sonido alguno de llanto o de pedir auxilio. De ese accidente infantil le surgió el nombre que luego utilizaría como mote artistico, sus padres desde ese momento le pusieron de apodo Buster, que en inglés significa ‘porrazo’. ‘Porrazo’ Keaton o Buster Keaton, tenía la rara cualidad de no expresar sufrimiento, por lo cual no encontraron mejor ocupación para él, que meterlo en un cañón y lanzarlo al aire en un espectáculo circense. El hombre bala aguantaba todo y había encontrado, desde luego, trabajo.


También puede surgir el hecho que es la ocasión de nacer en determinado momento y lugar pueden marcar la personalidad de una persona. Cuentan que Fiodor Dostoievski, nació en un manicomio y no porque estuviera loco sino porque allí trabajaba su padre como médico. El ambiente tenso y conflictivo marcó su personalidad por su permanente contacto con los enfermos mentales, lo que dejó la impronta que se manifestaría en su obra literaria, su cualidad de explorar en la conducta humana, los motivos ocultos que precipitan que alguien haga esto o aquello. Un hombre puede hacer cualquier cosa y eso tiene una explicación que no siempre es fácil de detectar, Dostoievski tenía ese talento. Aunque él pensaba que el hombre en la superficie de la tierra no tiene derecho a dar la espalda y a ignorar lo que sucede en el mundo, fue la circunstancia que lo marcó. Y cuántas vidas no han sido calibradas en sus facultades para encontrar su lugar en el mundo, pues, como decía, toda persona que viene a este mundo sirve para algo. Lo importante es descubrir esa veta que haga que no seamos sólo una ‘fruta vana’ de la vida.

C.G.P.

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