Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Comentario I

Opinión sobre el poemario Anclajes, recientmente lanzado.

Todos los libros de César González Páen pueden ser solicitarlos
en la edirorial Servilibro www.servilibro.com.py.


Anclajes, de César González




Por Mario Casartelli

Siempre me aferro a la idea de que las obras artísticas no necesitan presentación, porque ellas hablan por sí mismas. Y que nosotros, los presentadores, no hacemos más que encaminar un poco al posible lector, con la esperanza de que pueda percibir o sentir algo de lo que nosotros hemos experimentado en la lectura de un libro, como en el caso de este poemario, Anclajes, de César González, que nos ha deslumbrado con algunos poemas.

Su lenguaje coloquial prescinde de ropajes literarios. Y así, casi desnudo, va hilvanando sus versos que nos llevan a recorrer un ancho estanque de aguas mansas. “Poderoso anclaje es la esperanza”, dice el poeta. Qué rotunda expresión. Y a la vez que paradójica. Porque solemos percibir la esperanza como algo que se busca, como algo que se ansía. Y este anhelo supone muchas cosas, menos quietud, porque nos remite al movimiento.

En la propuesta de César González la esperanza es un anclaje. Pero su anclaje no es quietud de sumisión, sino la predisposición a mover el pensamiento y el sentimiento y fusionarlos, conjugarlos.

Aquí vemos que la vida se parece a un estanque “después de haber atravesado las alegrías de los desbordes”, como dice el poeta. Y quienes conocemos a César González -porque lo hemos frecuentado desde hace décadas- sabemos, casi con precisión, lo que siente al decirlo.

Ha vivido tanto este hombre, ha conocido agitaciones, tremendas sacudidas. Pero también el sosiego. La calma chicha siempre sucedió a la tempestad. Y entre aguas turbias y transparentes, sobrevivió el poeta y prosigue, ahora, con la capacidad de observación que conceden sólo los años.

Lo hermoso de todo esto es que, desde el estanque en calma, decide hacer un recuento poético. No digo que pretenda recogerlo todo, porque, como ya lo advertía esa magnífica escritora que fue Margarite Yourcenar: “Un libro cabe entero en la vida, pero la vida toda no cabe en un libro”.

Y César González siempre fue consciente de todo esto. Eso lo hemos percibido no sólo en su poesía, sino también en sus otras incursiones literarias: en su narrativa, en sus reflexiones periodísticas, hasta en sus composiciones musicales, porque césar es también un delicado compositor musical.

Refiriéndose a la mirada tranquila de Jesús, el poeta Eliseo Diego escribió alguna vez: “Sus ojos que no eran azules ni oscuros, sino pardos, el color de la feliz aceptación de todo”. Y algo de esto es lo que expone César González cuando señala que “el estanque y el agua hacen lo que pueden con el tiempo que les fue concedido, pero más de lo que son no pueden dar”.

Con su metáfora feliz -aunque a veces disfrazada de tristeza-, camina el poeta, recogiendo ricos sedimentos, porque él ya sabe -y pagó creces de experiencias por saberlo-, que todo cuanto acontece en la vida, fuese herida o fuese bálsamo, al final, si el hombre es atencioso, todo se convierte en tesoro. Tesoros de conocimientos que, al fin de cuentas, le solventan el oficio de vivir. Un vivir buceando en el fondo estanque, del que extrae todo cuanto encuentra en el camino, para subir después a la superficie, y allí –aquí- brindarnos, poemas de preciosos contenidos.

Hay leyes inmutables, que oscilan entre el llanto y la alegría del lobo y el cordero; y acaso comprenderlas torna el mundo más comprensible, pese a tantas desazones, porque, como él bien lo dice: “lo que tenga que pasar sucederá”.

Difícil es sintetizar tanto cúmulo de sabiduría en una breve exposición. Y en aras de lo breve, dejo de lado muchos poemas a los cuales quisiera referirme, como el caso del ejemplar díptico resonancias –que después leeremos con el autor-, pero quiero terminar esta presentación leyéndoles, ya, el texto que sintetiza, creo, todo cuanto les estuve diciendo del poeta. El título es “Vigila tu nada”, y dice así. (47)

26 de noviembre de 2013



Comentario II

Un comentario del periodista Antonio Carmona sobre los libros de César González Páez Sombra de boleros, cuentos y el nuevo poemario: Anclajes.


                                                                 De boleros, cuentos

                                                                 y anclas que vuelan



Por Antonio Carmona



Recuerdo todavía la llamada de Jesús Ruiz Nestosa para preguntarme si conocía a César Gonzalez Páez, a quien el jurado del Concurso del Centenario le había dado el premio, por el cuento El libro de las artes imposibles; estaba sorprendido, maravillado y compartimos ese descubrimiento.



César, cordobés de Cosquín, capital musical, y no lo reseño gratuitamente, se había incorporado hacía ya un tiempo a Ultima Hora, pero no era tan conocido en el ámbito intelectual local. Hoy se lo conoce más, pese a que trata siempre de pasar desapercibido.



El relato se incorporó a su libro Concierto de cuentos, que como escribí en aquel entonces, era un desconcierto de relatos que, justamente, resultaban mágicamente absurdos, ¿acaso el arte de Bach no era el desconcierto, la fuga permanente, un tratado vital de cada día sobre las “artes imposibles”?

Y esa fue la imagen que tuve de ese cuento y de ese concierto, la fantasía del artificio de los contrapuntos, haciendo derivar las variaciones por mares impensables.



Después me sorprendió con Jarabe de cuentos, jarabe, brebaje, poción que tiene magia y embriaga, que desconcierta y sorprende, como el ancestral Centinela de Piedra, que emerge de las profundidades, convidado a una cita con los vivos como testigo de causa, o el Discurso cervantino, en el que el ganador del Premio Cervantes en el año 2025, en vez de ofrecer un discurso, más o menos largo y sesudo, dijo una sola frase “Ay, Don Quijote, más veces citado que leído!”



Y el majestuoso claustro de Alcalá de Henares, sin ceñirse a la lógica ceremonial, aceptó que tan breve discurso invitaba a disfrutar del brindis, considerando que el propio Cervantes lo hubiera aplaudido.



“El bolero tiene una brújula imantada a la tristeza”, escribe en Sombra de boleros, y es cierto; lo que me lleva a otra fuga, aquél otro canto narrativo, que dice que “la tristeza no tiene fin, la felicidad, sí”.



Y a la historia de la canción. Toda canción cuenta una historia, y más generalmente triste que alegre, lo que se patentiza claramente en el tango argentino o en la copla española o en la polka paraguaya, por poner ejemplos de cantares bien cuenteros, como tantos otros.



Pero es una historia que cabalga entre la realidad y la ficción, entre la prosa cotidiana y la poética musical; una máxima expresión de este aserto es Garota do Ipanema, canción simple y poética tan fuerte, inspirada en un personaje real que caminando por la playa, al ser conjurada como musa inspiradora por la magia de Vinicius, pasa a ser la Garota de la canción, con mayúsculas, y no la real, la minúscula que camina por la playa; y a representarla en la realidad, si es que a este mundo de la fantasía y el espectáculo podemos llamarle realidad. ¡Hasta las caderas se vuelven imaginarias!



Es decir, toda buena canción tiene un drama, en el sentido originario, cuenta una historia: a veces una historia individual, otra que es la historia de muchos o apenas una anécdota insignificante pero que al relatarse, al cantarse, cobra vuelo.



Viene a cuento, en sentido estricto, con este libro de relatos cantados como boleros, o boleros contados como cuentos, es decir que hay que entrar a leerlo como el que escucha un disco, atendiendo la escritura sonora de la música, mientras se escuchan las palabras leídas, sabiendo que hay más variedad que unidad, a veces más tango o más corrido, otras más balada triste, otra que parece Eleonor Rigby, que cuenta varias historias pequeñas y cotidianas, pero con aire de tristeza y soledad, la de la mujer que recoge el arroz lanzado en la boda, o la del sacerdote que escribe un sermón que nadie va a escuchar: “¡Ha, look at all that lonely people”, cuentan los Beatles, “mira a toda esa gente solitaria”.



Y esa anécdota o historia se pregona, se recita, se canta y, en fin, se cuenta.



Los cantares de ciego, que aún recuerdo haber escuchado en vivo bajo un soportal, recova diríamos aquí, en un suburbio de Madrid, eran crónicas policiales, se pregonaban o cantaban, con acompañamiento de guitarra, de acuerdo a las artes del cronista, pregonero o cantor, y se imprimían en hojas que se vendían y pasaban de mano en mano. Las recuerdo de mi infancia, de mi mente invariable, la memoria, que diría Emiliano; porque venían de mucho más antiguo.



Y el compuesto paraguayo Mateo Gamarra puede ser un modelo veraz y terrible, que canta-narra una historia del crimen de una mujer celosa, que dicen que sucedió, que luego se hace canción, va al escenario y termina cerrando el círculo, en el crimen impensado y perfecto en la realidad, llegando al teatro, con el desenlace de la muerte del actor, de mano de la actriz, que representan sobre las tablas.



Algunos de los cantos-cuentos de César son épicos, como el del músico que pidió su última voluntad antes de ser fusilado, aunque el detonante no es sólo de boleros, sino de canciones populares que suenan a rebelión, a protestas a revoluciones heroicas y frustradas.



“Qué siga la función”, dice en una de las sentencias que redondean los cuentos, como en una estrofa final de la canción, “la vida es ilusión y los huesos percusión.”



Otros son cotidianamente insólitos, como el del embarazador “Sereno Canal”, que resuena a la Venecia sin ti. O absurdo como el que quiere reclamar a un tal Silvio los derechos del Unicornio Azúl, que “sueña que soñó que alguien, alguna vez, tasó su vida.”



En fin, como él mismo parafrasea a Gracián, “Es tan difícil decir la verdad como ocultarla.”



Y de eso se tratan los cuentos y las canciones y, desde luego, los boleros. Si no lo creen, pregúntenle a Armando Manzanero.



Anclando y desanclando



Y paso a la poesía: César es un poeta y un músico, y hasta tengo que decir que los dos oficios, en muchos casos, son el mismo; se trata de hacer ritmo que desde la sonoridad cambia la significación de las teclas que tocas, ya sea una palabra o una cuerda de guitarra o la caricia de una cuerda de violín; se trata de dar un significado profundo a una señal, a un signo, a un simple sonido que, siendo igual, se vuelve diferente a todos y crea una nueva significación, que se fuga para convertirse en un encanto; como el telegrafista de Manorá, que de acuerdo a como apretara las teclas del morse podía lanzar un mensaje de vida o de muerte en Moriencia.



Nadie sabe que César vive de la música, y no hablo del oficio cotidiano de ganarse el pan de cada día, el traje que le viste y la mansión que habita, para decirlo con la fuga de Antonio Machado.



La música es en secreto: para él, para sus amigos y para matar el curso del tiempo, diría Borges.



César es un trovador, un juglar, que no es posible saber si canta, si narra, si hace sonar las cuerdas, pero esta todo ahí. En Luna de Menta, que ya tenía cuatro poemas con el título anclaje, porque evidentemente el ancla es un signo que se clava en el fondo del mar profundo e inmenso y tiene arriba el cielo y al frente el horizonte infinito y, atrás, todos los puertos: La poesía en el estado más impuro y bello.



Lo escribe él mismo en el poemario Anclajes: “Las palabras fueron y serán siempre, para mí, preciosas anclas que detienen el asombro que huye…si ellas no lo retienen”

Y añado yo, siguiendo su fuga delirante, las palabras son anclas, pero no sólo porque detienen y sostienen el barco en el lugar del asombro y la maravillación, sino porque también se levan y liberan el vuelo, atajan y dejan volar las velas del asombro, las palabras mágicas, con anclas y con alas.





sábado, 10 de agosto de 2013

AL BORDE

El terror de los que escriben

César González Páez
cesarpaez@uhora.com 

Si algo duele en las impresiones de diarios y libros editados son las erratas. En los primeros es más fácil corregirlos pues la regla de oro es que la enmienda aparezca al día siguiente, en un lugar destinado para esto de modo que el lector o investigador sepa si es correcto lo escrito. Porque, como se sabe, todo lo que se dice en los diarios se convierte después en historia.El tema de las fallas en los libros duele más porque hay que esperar hasta una próxima edición. algunos dicen que hay erratas fatales y son las que aparecen en los libros de medicina.  Las tendencias del idioma español actual señalan que no hay que confundir ‘erratas con ‘fe de errores’, entendiéndose que una errata es una palabra mal escrita o tipeada, por ejemplo con un error ortográfico o un apellido mal escrito, mientras que la fe de errores es esa falta en un concepto erróneo, por ejemplo cuando debía decir “no lo hizo” aparece el contrario “si  lo hizo.  
El escritor español Enrique Jardiel Poncela decía  la errata es el microbio`o vírus de las imprentas y pone un magnífico ejemplo aparecido en un diario español con una crónica sobre el naufragio de un barco en  que daba cuenta que habían muerto 34 pasajeros en el mar, culminando el artículo con la frase “Descansen en pez”, en vez de “paz”. 

Hubo una vez una editorial que exhibía en la vidriera del local las páginas del libro que se estaban por imprimir, de modo que los transeúntes pudieran adelantarse al contenido del mismo a la vez que advertían a los editores que había una errata en tal o cual lugar y así se ahorraban el corrector. Sé que Pablo Neruda al ver un libro suyo de poemas con erratas ordenó y acompañó al editor para que, desde un bote, tiraran  todos los ejemplares al mar. 

 Después recordaría la anécdota en su libro de memorias ‘Confieso que he vivido’, señalando que no era lo mismo “contigo pan y lecho” que la equivocada “contigo pan y leche”. Y era sólo una equivocación. Pero también es cierto que pocos lectores leen ese papelito que, unido al final del libro, advierte de los errores  Pero las erratas han dado equivocaciones que han traído fama. Cuando  Anthony Burgess escribió el libro ‘La naranja mecánica’ en 1962 usó una palabra de origen malayo “orang” (de donde viene orangutan, hombre mono). Entonces el título correcto era ‘El hombre mecánico’, pero el editor confundió la palabra con ‘orange’, que significa naranja en inglés. Desde entonces ese error no pudo jamás ser corregido y es de uso popular. Hasta el equipo de fútbol holandés se hace llamar “La naranja mecánica”. Bueno, nos vemos en otro boletín.  

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lunes, 8 de julio de 2013

AL BORDE

Una historia
de inspiración



César González Páez

aporcesar@gmail.com


Charles Chaplin es conocido por su personaje Charlot, o Carlitos, y la historia de cómo nació ese pintoresco personaje que ha hecho reír a muchas generaciones conlleve tal vez una lección de vida. Y es que siempre hay que insistir en lo que uno cree, valorar el talento que se tiene para sacarle el mejor provecho. Cuando hablamos de este actor nos remontamos a principios del siglo pasado, cuando el cine estaba en su naciente apogeo y este inglés desconocido cuando llegó a Norteamérica fue contratado por un estudio cinematográfico para ser sencillamente un extra al alcance de la mano. Hacía lo que se le pedía y agregaba gestos y muecas de su invención, pero las escenas era eliminadas en la edición final de las películas. Los filmes por entonces apuntaban a comedias entendibles y graciosas, donde los gestos eran el valor más agregado del producto puesto que los filmes eran mudos. Y allí estaba Chaplin en su modesto empleo ocupando diversos papeles de ocasión,

Sin embargo no desistió ni se desanimó, aunque reconocía que medía su entusiasmo y esperanza si un productor lo miraba o sonreía. Había que insistir pues muchas veces los realizadores ni siquiera lo miraban como si se tratase de un elemento más en el decorado o una utilería del set.

Cuenta que un día se estaba filmando una película graciosa, debía serlo pero a criterio del director, faltaba algo para una escena. Un productor le ordenó a Chaplin que se vistiera con lo que encontrara e hiciera algo frente a cámaras, algo gracioso de alguien que pasa por una calle. Eso era todo, pues como dije era un extra, se vistió con esa ropa estrafalaria que después sería su distintivo. Al comenzar esa escena se puso a improvisar gestos y a haciendo girar un bastón mientras caminaba.

Por primera vez lograría arrancar una espontánea sonrisa en el set y haciendo para al director que comenzó al sacudirse de la risa. Pero ¿quién era ese personaje inventado por Chaplin o, mejor dicho, cómo lo veía él en el mundo? Su explicación fue ésta: “Este personaje es polifacético. Es un vagabundo, un caballero, un poeta un soñador, un solitario que siempre tiene ansias de romance y aventuras”. Chaplin estaba construyendo ese personaje y se animó a completarlo allí mismo: “Les hará creer que es un científico, un músico, un duque o un jugador de polo. Sin embargo no es capaz de recoger colillas de cigarrillos ni de robarle a un bebé su caramelo. Pero por supuesto si la ocasión así lo exige, puede llegar a pegarle una patada al trasero de una dama, pero sólo en un caso de furia incontenible”.

En aquellos tiempos una comedia la duración se medía por metro, tres era lo acostumbrado para cada película, y Chaplin con sus monerías había alcanzado veinte metros de cinta y allí comenzó todo su éxito. Ocurrió en contrapartida lo que le sucede a muchos actores, de tanto ponerse el disfraz de vagabundo, comenzó a creer que era un personaje de verdad y que, ése protagonista era el que inventaba todo.

Había adquirido tal confianza en sí mismo ese personaje que terminó construyéndolo a él, usándolo para hacer sus disparates, incluso sorprendiéndolo a él mismo cuando en una escena que está en una cabaña en medio de la nieve, en La quimera del oro, hierve y se come el cordón de sus botines. Había llegado lejos ese personaje que hacía lo que quería usándolo a Chaplin.

Todo comenzó con un sueño, el vasto sueño que cualquier ser humano se traza para llegar a ser un buen actor, un buen político, un buen médico, deportista o lo que fuere. Lo importante es creer en uno mismo y comenzar construir el futuro con el abono de la paciencia, con la creencia de sus sueños y con la convicción que todo puede ser posible, que en el momento menos pensado llega la oportunidad y que las velas del éxito hay que saber abrirlas cuando hay viento a favor.



miércoles, 5 de junio de 2013

Perfume número cinco

César González Páez
aporcesar@gmail.com

No es esa mirada de deseo, ni el suave sonido de una seda deslizándose por un cuerpo perfecto; es la pátina del tiempo que no se descorre como un obsesivo rimel adherido a un rostro bello. Hay un recuerdo siempre presente que tenía un nombre -como lo tiene ahora- Marilyn. y ya no hace falta hurgar en sus aniversarios para tenerla presente cuando se trata de invocar a la sensualidad.Su mirada presente, su facciones pintadas hasta por Andy Warhol, su garbo de mujer fatal, su lejano perfume Chanel número cinco. Parece el extracto de una extraña pócima que atrae adeptos que jamás la concibieron viva, ni oyeron su voz susurrante que era secreto de Estado.
Existió y embiste todavía una presencia transparente y sola, como ella lo pudo comprobar: el teléfono jamás sonaba ¿cómo invitar a alguien que seguramente tiene tantos compromisos? El teléfono no sonaba a tiempo y la soledad fue tejiéndose con su apacible pero mortífera red.  La fama le pasaba la factura a pagar con altas dosis de soledad.No existe su cuerpo pero sin embargo todavía hace una sombra que nos abruma y seduce. Fue una mujer criticada, envidiada, deseada, odiada, adulada, más era imposible ignorarla.
Se paseaba por todos los sentimientos humanos de su época y abrevaba de la incomprensión y tal vez de la falta del afecto verdadero. No tuvo hijos pero dejó descendencia de admiradores y de mujeres que copiaron su estilo pero jamás llegaron a ese nivel tan decididamente suyo que seducía sin proponérselo que generaba emociones de todo tipo.Transparente sigue sonriendo en sus películas, su voz se desliza aún provocativa en un álbum miles de veces reeditado.
Es aún una mujer vestida de perfume y brindis de champagne, es el producto más acabado de Hollywood que todavía se vende sin asistentes. Es ella, la que marcó un antes y un después en el concepto mujer.  Cada cita con ella en sus películas es revivir el número de la magia perfecta que nos engañe de nuevo, y sonría como si no se hubiera ido nunca. 

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martes, 4 de junio de 2013

Al Borde

No digas
nunca…



César González Páez
aporcesar@gmail.com

No digas nunca: Por aquí no pasaré, de esta agua no beberé, en estos sueños no me voy a embarcar, por este río no navegaré o de este modo jamás me conduciré. Porque cada valla que nos proponemos son en realidad barrotes que no nos dejan salir de los prejuicios. Es tan cambiante el destino y las razones de esos cambios no están agendados para cada uno de los seres humanos que todavía vemos el pasto desde arriba. Desde que nacimos no hemos otra cosa que cambiar, hemos cambiado los juegos simples, las alegrías inocentes y los sueños más nobles por las petulancias de la adultez, hemos adoptado la consigna de llevarnos el mundo por delante y no ser menos que nadie. La normal ambición de ser alguien en este mundo y sobrevivir dignamente.

Con el tiempo nos hemos equivocado al cifrar nuestra esperanza en otra persona, nos han engañado tal vez y ha sido duro aprender a costa de la desilusión, esos don los costos de la experiencia que hay que asumir.

Hemos pasado por el llanto de los que se han ido y que fueron pilares de cómo somos ahora, hablo de nuestros ancestros que de mil maneras nos han enseñado, con las palabras del oportuno consejo o el ejemplo de hacer el bien que es más efectivo que las palabras. Hemos amado mucho y hemos tenido también que volver a empezar, hemos cosechado enemigos tal vez o demasiado amigos, en todos los extremos se siembra la duda.

La vida nos ha prestado los días, el destino las oportunidades, los sueños la esperanza y con semejante equipaje tratamos de honrar la vida que nos ha tocado en suerte. Menuda disciplina es no equivocarse y es vasto el campo sembrado de tentaciones, por todos esos caminos habremos de pasar o ya estamos pasando sin comprender a cabalidad el propósito de nuestra existencia. Por eso no digas nunca que esto es el borde hasta donde se puede llegar, pues es demasiado amplio el espectro de posibilidades y allí, en el desierto más desolado, el azar pone su semilla y los frutos que darán depende de cómo cuides lo que vendrá. De pensar así significa que no estamos hechos para entender la mutación de las cosas y de los hechos, de allí la terquedad de poner barrotes a nuestra propia jaula. Una pequeña revisión de vida nos dirá claramente que vamos pasando por alegrías y tristezas, por momentos de tener mucho y por otros de austeridad. Pero en la pobreza o en la riqueza, tanto emocional como financiera, tendrá que estar presente el orgullo de sentirnos vivos y saber que los días que nos quedan seguirán poniéndonos a prueba. Por eso hay que desechar las posturas extremas, apuntar al bien, a lo que nos mejora como personas. Saber y estar conscientes siempre que la belleza de la vida es como la de la rosa, que en su plenitud se sostiene en su tallo de espinas.

sábado, 1 de junio de 2013

UN BALANCE

Me sobra amor


Por César González Páez
aporcesar@gmail.com
Haciendo un balance y sin ser un contador matemático especializado descubro que tengo un excedente optimista de afectos Los analistas financieros dirán que tengo saldo a mi favor, que todavía puedo elevar mi cuota de créditos, términos contables que sólo quieren poner un precio a mi alma. Puedo gastar la cantidad de amor que quiera, pues tengo saldo a favor.

Y al pensar en todo lo que he gastado en cariño más se ha incrementado mi patrimonio sentimental y desbordan las cuentas de certezas afectivas.

Pero viene un analista también y me dice que demasiada cuenta de amor en el banco de mis afectos, es un lavado de amor, ahorro innecesario de caricias, besos desperdiciados que me van acumulando intereses y que, si sigo en esta tendencia, terminaré siendo tapa de Forbes, cuando el amor se cotice en la bolsa de comercio.

¿Qué hago con tanto amor? Me pregunto cómo se preguntan los empresarios cuando sostienen su política que hay que invertir más, porque mis besos están ociosos, mi amor se apila como un avaro que junta lo que tiene para disfrutar con lo que posee y no comparte.

Pongo un aviso en mi corazón, digo que soy un potentado que va en coche de lujo de sueños, que puedo desperdiciar en una noche miles de besos porque me sobran. La gente me mirará envidiosa porque dirán, pobre tipo qué rico que es y derrocha su amor.

Me esmero en gastar y la cuenta a mi favor va subiendo, hasta podría decir que quiero hasta un plumero porque el viento hace mover sus plumas.

Es que soy un infeliz rico en amor, en mi mansión sólo se acercan a beber la abreviatura de un deseo y después se van. Yo quiero darles todo porque los dioses me han dado la virtud de amar y quiero, me sale te quiero, por todos los poros del alma.

Qué ridículo millonario en besos dirán algunos, otros pensarán: éste seguro que termina mal porque la riqueza de afectos conduce a la bancarrota.

Quisiera ser un pobre sentimental como era antes, que en el rostro de una mujer cifraba mis sueños, y vigilia de ilusiones mientras no veía la gran catarata de talento que desperdiciaba mi corazón. Algunos dirán no sea egoísta díganos la fórmula para ser un millonario en amor y yo les contesto, curiosamente el amor no se ahorra, cuando uno más lo gasta más tiene, al contrario que el dinero que es tirano en desaparecer de nuestro bolsillos. El amor se invierte en más amor y es por eso que hoy vengo a tu puerta, porque he firmado un cheque sin fondo que tiene tu nombre. Para que te lleves todo el amor que tengo y lo gastes como quieras, porque yo me gasto con el, y sin embargo sin saberlo me hace más potentado. Inmensamente rico con sentimientos que no caben en las bóvedas de los bancos oficiales. No insistan, soy un buen inversor, tengo la vida a plazo fijo y el amor a cuenta abierta. Tengo ilusiones que son billetes que llevan tu rostro, dinero amor en efectivo, monedas de un centavo de ilusión que me han dado miles de versos y estas palabras que te escribo y que apenas gasto. Lo que más rabia me da es que se diga que soy un avaro cuando en realidad cuanto más doy más tengo. No importa que se poco o mucho pero es todo lo que soy capaz de dar.



jueves, 23 de mayo de 2013

AL BORDE 0



 


El arte

de pensar







Dice un proverbio árabe: "Si la palabra es de plata, el silencio es de oro", y apunta concretamente que se debe hablar cuando uno tiene algo importante para decir. De modo que vamos a estacionar en la sabiduría de Oriente para comprender que ellos sí tenían cosas para decir, eran palabras que tienen la virtud de no perder la vigencia aun cuando las cubra el manto milenario del tiempo. Y van algunos ejemplos extraídos de un libro titulado Joyas Esmeraldinas, recogidas por José E. Guraieb, un eficaz como exquisito decantador de la filosofía de vivir. Reinterpretadas, claro, por quien escribe este boletín:



* Dice un axioma sabio que en boca cerrada no entran moscas. Pero en más de una oportunidad murieron las palabras sabias en bocas inoportunamente cerradas. Es decir, hay verdades que hay que decirlas en su momento, porque todo en la vida tiene su causa y su efecto.



* La palabra "yo" es enemiga del resto de los vocablos que conforman el diccionario. Para pensar en cómo muchas cosas importantes están supeditadas a cómo las vemos nosotros.



* Esta es una perla del pensamiento: "Todos estamos apegados a la vida; sin embargo, despilfarramos sus días y sus noches inútilmente".



* Esto es algo que observamos como una regla inevitable: "Al que llegue a la cumbre de la celebridad, su tiempo quedará repartido entre amigos y enemigos". Y queda patentado con esto otro: "Muchas famas en la historia no fueron más que ruido de nueces".



* Antes que decir al que llora: "No llores", di al que le pegó: "No le pegues". Esto es el don de la justicia espontánea.



* Sin comentario: "La quintaesencia de la sabiduría está en que el hombre conozca sus propias limitaciones, lo que sabe y lo que ignora. Esto da a entender claramente que el hombre sabe medirse a sí mismo".



* Habrán notado que muchos escritores y artistas o intelectuales tuvieron que sufrir el exilio, la tortura o la muerte por persistir en sus ideas; sin embargo, se los lee aún hoy; será por esta justa sentencia que dice: "El Arte es un ave que vuela muy alto en el mundo de la imaginación humana, por eso no habrá quien la podrá atar ni enjaular".



* Las personas que viven en la ciudad siempre tienen conceptos desmerecedores hacia los campesinos, pues "son más ricos que los aldeanos; empero, estos, dentro de su rudeza y simplicidad, son más nobles de corazón".

Un labriego decía: "Prefiero ser primero en mi huerta que uno más del montón en la urbe".



* Tengan en cuenta esto los que tengan empleados: "Pagad a los obreros antes de que se les seque el sudor".



* No se debe obligar a nuestros hijos a que piensen como nosotros. La sentencia lo explica: "Por cuanto ellos han nacido para un tiempo que no es el vuestro".



El arte de condensar ideas hace que el recopilador se pregunte: ¿Para quién escribo? Sencillo: Para el que me quiera leer.


César


AL BORDE 1


La fábrica
de sueños



Siempre quedan retazos de ilusión, saldos de esperanzas que realimentamos nuevamente en nuevos sueños. Y aunque los sueños son eso nomás según los agnósticos o incrédulos, el no creer en nada puede ser tan perjudicial como no tener imaginación. Y es irrebatible pensar que el libreto del mundo no está escrito, que se está escribiendo con la harina de lo soñado previamente.

Cómo no asombrarnos por cosas que pueden suceder, que graves momentos puedan cambiar, después del llanto de la pérdida, por ejemplo de un ser querido, pensamos que el futuro estará todo desteñido de tristeza. Pero es beneficiosamente amoroso el hecho que volvemos a la senda de pensar y de imaginar mundos posibles.

Mundos que no tienen los cimientos y parecen imposibles, pero el caprichoso devenir nos tiene siempre reservada una entrada para sentarnos en el balcón privilegiado de la vida, al comprobar lo que está hecho y lo que falta por hacer.

Sueños a los que hay darle cobertura, porque están hechos con la fugaz arcilla de la imaginación y tienen encendida la mecha de lo posible. Me gusta, prefiero creer, que los sueños no tienen cimientos…todavía, solamente por ahora. Porque se están construyendo con nuestra capacidad de llevarlos a la realidad, aunque demanden su tiempo porque también con cada uno de nuestros fallos y errores por alcanzarlos…avanzamos.

Desde un teléfono celular hasta un avión de última generación, nacieron como una ilusión de poder construirlos. Antes no había nada, pioneros tensando hilos para poder comunicarse y locos de atar que se pusieron alas postizas para poder volar. Hablo también de los músicos que describían los sonidos de la naturaleza y hoy son grandes composiciones sinfónicas, grabadas para siempre en la memoria de la gente, hablo de las palabras que ordenaron orfebres poetas y hoy son oasis de emociones, caldo de cultivo para los siempre nuevos escritores. En síntesis, una celebración por todo lo que se está haciendo y hace que la humanidad no se extravía de la belleza.

Muchos, que se quedaron en el camino, advirtieron hasta donde habían llegado y que por lo tanto se podía seguir fraguando esa frágil ilusión de lo posible. Y hoy, celular en mano y con aviones que dejaron atrás la incomodidad de largos viajes y potenciaron el poder de la comunicación, parece que nos están diciendo que ahora es nuestro turno. Porque sí podemos cambiar las cosas para una vida mejor, como es un compromiso que tenemos con los sueños de otros y con los propios.

Y… ¿se puede saber a qué vienen todo esto? Tómenlo como un combustible para mover los motores de la mente y seguir creyendo en los sueños Escribiendo o más bien descubriendo la poesía de lo que puede ser posible, y ser conscientes que, como todo ser que nace los primeros pasos son dificultosos. Pero qué bella tarea es descubrir un día que caminamos y vamos hacia el porvenir con nuestra hacienda de ideas, terminadas o a medio terminar… felices porque vamos tras lo posible.

César



viernes, 29 de marzo de 2013

***

Solamente de paso


Gracias por el don de la brevedad
sin otra herramienta que la dulzura
pasaste y mi lado se enriqueció
de tu transparente perfume

Aroma que aún hoy recuerdo
y tanto, que se adueño del desvelo.

Qué mucho puede dejar
alguien que simplemente pasa
y graba a juego la espesura
de los deseos ajenos.

Si,  con el solo pasar
parece que anularas tormentas.
y se solucionara todo

Pasa de nuevo
y vive pasando
que de vente nuevamente
aunque harina de sueños
se me inquieta el futuro

De volverte a ver...





SUERTE DE POEMA

CANCIÓN DE LAS
PEQUEÑAS PREGUNTAS



Yo cantaré la canción
de las pequeñas preguntas
que pondrán en movimiento
los resortes secretos
de lo que no dices.

La repuesta estará en tus ojos
los deseos desatarán su furia
archivados como estaban
sin poder cantar su romanza de abrazos.

Yo cantaré la canción
de las pequeñas preguntas:
¿Quién alimenta tu sombra de recuerdos,
aquellos que nunca tocaron tierra firme
y te interrogan el alma diariamente?

¿De qué tallo crece tu esperanza
cuando la riega la indiferencia
y parece ser la brújula fría
que nos lleva por atajos equivocados.

Puedo decir que a la hora de balances:
Eras sencillamente todo, se medía el tiempo
con la vara torpe de la impaciencia.

Yo cantaré la canción
de las pequeñas preguntas
¿Te pertenecías cuando estabas sola,
en el límite que tejía el silencio prepotente?

¿Es volátil dejar de amar?
¿Sabe la nada que está sin argumentos?
¿Sabe que el futuro es un epitafio
que te está esperando?

Hónralo para que digan:
"Murió de amor
y todavía se siente esa tormenta".

Yo cantaré la canción
de las pequeñas preguntas:
¿Quién cotizará tu vida
por el descomunal empeño de tu corazón?
Como siempre:
se hablará de balances materiales
(Tanto tienes, tanto vales)

Tú tal vez arrodillado a tu fracaso
terminarás por preguntarle:
¿Era ésto lo que esperaba de mi vida?
Y así preguntando te volverás ceniza
ebria de futuros y buenas intenciones.

Yo cantaré la canción
de las pequeñas preguntas
que se contestan con su propio abecedario:
¿Sería torpe decir que tú eres el timón
y la misma pasión que lo conduce?.
A pequeñas preguntas
millones de mundos por respuestas.

martes, 12 de febrero de 2013

Por aquí pasé


Lo que hacemos...


Y era cierto, la vida es la sentencia que cada uno paga por cómo la vive. El río va al mar y esa verdad, por más decorada que esté por la filosofía, sólo se trata de saber a dónde nos conduce la existencia, esclava de la muerte. Debe ser, que por el fervor de la persistencia hace que los artistas canten, actúen, pinten, hagan hasta de empleados o dejen buenos actos y con amores, dejen sus huellas en este mundo.
Y ese es otro desafío, dejar rastros, aunque sea en forma de escritura, para que puedan leer los otros, y asumir nuestros propios errores. Faltas que te hacen comprender que un escollo del ayer es como un cartel, de esos que abundan en el camino: Por aquí no pase. 
Pero yo pasé por aquí y lloré y tuve alegrías de las buenas como, ya dije, penas sospechosamente intensas.
Me gustaría escribir sobre el camino que hacemos y dónde están los baches.
Inevitables que nos estancan el alma. Y poner más carteles de advertencias que nadie atiende, porque sólo se leen los errores propios. 
A veces sueño con que soy alguien y ese sueño no sé si es la vida real, o uno que me gustaría ser el que dormita. Y está latente porque, créame, de esperanza también se vive.

Parque temático



A tono con
el momento


Imprudente táctica es el enojo y es una verdad  a voces que en el callar no se estorban las palabras. Porque en los  decires erráticos y gestos de orgullo se tejen los motivos de los enfrentamientos. Siempre hay otro que piensa distinto y más le vale sus argumentos.
Para muchos, una palabra ofensiva no dicha la mayoría de las veces, es un acierto,  porque el negarse a decir todo lo que uno piensa es prevenir el desacierto. 
Pero hablando de no hablar más y negarse a recibir el auxilio de las razones que da la sensatez, es simplemente una cuestión de vano orgullo. Cuantas personas han ganado prestigio reconociendo que se han equivocado y que como dice el dicho ¨cada vez erran mejor” porque no se atienen a las razones que defiende su orgullo.
Si uno viniera al mundo con el guión escrito, no tendría razón la vida, el destino seria un estorbo pues ya estaría planeado, consensuado, aprobado y archivado el expediente de cada existencia. 
Por suerte existe el fracaso, el empezar de nuevo, el  volver a intentar y descubrir que aquello que nos parecía un páramo puede ser sembrado y tal vez nos regale futuros árboles, flores, vidas silvestres y otras sorpresas por el estilo. Es una cuestión de empezarnos a dar cuenta de lo que esta pasando en el mundo.
Creo que los  estrategas de la vida pública y de los destinos de mucha gente, mal llamados políticos, que  deberán ser necesariamente sabios y prudentes, no han arrancado hasta ahora. Porque no comprenden que no hay salvación por uno, sino en la asistencia de todos. 
Las buenas decisiones son eso que te permiten caminar a cualquier hora por la calle, pues hasta tu enemigo reconoce que eres una persona justa. No hay prestigio mas solidó que tu antagonista te respete. Aunque no faltará el loco que desbarate tal conjetura y arremeta para embarazar de nuevo a la injusticia que, por cierto, los hijos que da hacen de la historia una histeria.
Las razones para creer en algo justo son muy fuertes, pero la ambición es una vara difícil de medir,  hay pocos que comprenden que una vida se hace juntando muchos poquitos, trozos de errores, piedras en el zapato de la experiencia, fracasos de diversos calibres y colores, pero también poquitos de alegría, justicia, equidad, buenos sentimientos.

¿Por qué no la nobleza?


Y si…algo de nobleza, cada día en peligro de extinción. ¿De qué estoy hablando? Todo el tiempo la humanidad parece construirse a sí misma haciendo pedazos lo que construye, por eso las costumbres ancestrales desaparecen y hacen lugar al olvido fácil y hacen de este mundo algo frágil.
Por ejemplo, la naturaleza nos dio todo en buena forma, por muchos siglos  y en perfecto estado, nosotros, locatarios de un pequeño espacio de  vida, a lo largo de la historia, nos hemos encargado de estropearlo todo. Ahora, sabios y filósofos sólo pueden predecir cuánto tiempo nos queda. 
Un desastre ecológico nos mira desde lejos, pero viene teñido de radiación, de deforestación y desamaparo de las aguas, hoy verdes;  y el mundo es una tómbola en el que estas jugando sin participar, sin darte cuenta del grano de arena de desastre que sembramos todos los que no respetamos la ecología. 

La naturaleza continuará y reverdecerá, pero miles de millones de prepotentes e inocentes, en mi aldea global,  no vivirán para contarlo. 

Dos textos salvados del olvido


I


El sonido que llega de lejos, se parece a los pétalos de los silencios, que te escogen en intermitencias. Parece contradictorio pero toda ausencia produce un eco audible, hasta el ladrar del perro queda hueco cuando le ladra a una sombra. Cuando crees oír algo la voz se apaga y deja la mitad de la palabra que querías escuchar. Así nadando hacia el mar del no escuchar, te desligan de descifrar gritos sin argumentos, pedazos de razones que se van desintegrando por sus débiles evidencias, como tratar de escribir un tratado de por qué las olas se tributan al mar.
En momentos como éstos pareces que eres un sobreviviente. Alguien que quiere escuchar los latidos del mundo y sólo le quedan los de su propio corazón. ¿Será que así viviendo y trabajando en la invención de la sordera, de los que no se escuchan a sí mismos, es que vas creciendo para ser lo suficientemente adulto e idóneo para morir? Dudando, no ha sido otra la estrategia que te llevó por los años a la nada. Eres una madera flotando en el mar del tiempo, pero a pesar de todo eres un mensaje. Y eso es todo un vergel de esperanzas, una esquela  quizás tan sólo para ti mismo, una botella en el mar con el precepto tardíamente aprendido, que así flotando es como se va la vida.



II

Si te callas no estorbas y es un prudente modo de seguir por el camino, sobre todo si vas acompañado de otras almas con los mismos intereses. Nadie es más seguro que el que sabe a dónde va, lo que sucede es que muchos somos grumetes, marineros inexpertos en un barco que nos han prestado el timón unos piratas locos. Pero las razones están haciendo allá afuera señales para tu mente adormecida por los consentimientos, son faros que arroja sus luces en la noche. Parecen estar diciéndote: ¡Cuidado, puedes encallar si nos respetas las señales!  Algo dicen y es probable que te importe, siempre y cuando estés capacitado para escuchar lo inevitable: toda verdad se sale de los planes que tenías para ti mismo.
Los desenlaces muchas veces son tercos y necesitan arremolinar su embudo para llevarte como sea. Pero sospecho  que respetará al que resistió, al que no se quedó callado y hoy es bandera de los que siguen por la vida. Siempre hay que asumir un riesgo, pero respetando las señales por donde han pasado otros. Algún día te los encontrarás en el camino y reconocerás, no a extraños, sino a camaradas de la vida que hasta hoy vencieron las tormentas y…siguen.

viernes, 1 de febrero de 2013

Entreacto


Historia de desamor


De solo estar estando
fui superando mis errores,
pocos de ellos son ingratos
pues de cada uno tuve una lección.
que recité a costa de mi orgullo.

De vivir de salto en salto
dando tumbos, esquivando tumbas
me instruí de manera silvestre,
la supervivencia fue mi maestra.

De andar andando saqué partido
y del amor no me volví ajeno,
en puntuales ojos recalé mis sueños
y a poco el verbo se hizo de a dos.

Destejimos desafiantes el futuro.
Lo supe entonces, ahora lo olvido
tocar el cielo con las manos
es sólo el intento, nada más.


Y  el tiempo nos partió en dos…





*


Letrilla

Busco una palabra
que reemplace
a la llamada poesía.

Quiero decirle que venga
de un modo que ella sepa
que la nombro
sin decir su nombre.

Y sentirme poeta
sin uniforme,
hombre de ideas
sin ponerme ninguna

pero todas pintadas
con rubor del buen decir
 del arte de emocionar

sin decir que soy la luz
iluminarte el corazón
sin besos a la luna
pintarle uno en la cara.

y sin decir una palabra
sugerirla a todas
las del diccionario
del deseo que escribo.

¿Se entiende?


*




Eco de una diva

Perfume número cinco




César González Páez

No es esa mirada de deseo, ni el suave sonido de una seda deslizándose por un cuerpo perfecto; es la pátina del tiempo que no se descorre como un obsesivo rimel adherido a un rostro bello. Hay un recuerdo siempre presente que tenía un nombre -como lo tiene ahora- Marilyn. y ya no hace falta hurgar en sus aniversarios para tenerla presente cuando se trata de invocar a la sensualidad.

Su mirada presente, su facciones pintadas hasta por Andy Warhol, su garbo de mujer fatal, su lejano perfume Chanel número cinco. Parece el extracto de una extraña pócima que atrae adeptos que jamás la concibieron viva, ni oyeron su voz susurrante que era secreto de Estado. Existió y embiste todavía una presencia transparente y sola, como ella lo pudo comprobar: el teléfono jamás sonaba ¿cómo invitar a alguien que seguramente tiene tantos compromisos? El teléfono no sonaba a tiempo y la soledad fue tejiéndose con su apacible pero mortífera red. La fama le pasaba la factura a pagar con altas dosis de soledad.

No existe su cuerpo pero sin embargo todavía hace una sombra que nos abruma y seduce. Fue una mujer criticada, envidiada, deseada, odiada, adulada, más era imposible ignorarla. Se paseaba por todos los sentimientos humanos de su época y abrevaba de la incomprensión y tal vez de la falta del afecto verdadero. No tuvo hijos pero dejó descendencia de admiradores y de mujeres que copiaron su estilo pero jamás llegaron a ese nivel tan decididamente suyo que seducía sin proponérselo que generaba emociones de todo tipo.

Transparente sigue sonriendo en sus películas, su voz se desliza aún provocativa en un álbum miles de veces reeditado. Es aún una mujer vestida de perfume y brindis de champagne, es el producto más acabado de Hollywood que todavía se vende sin asistentes. Es ella, la que marcó un antes y un después en el concepto mujer. Cada cita con ella en sus películas es revivir el número de la magia perfecta que nos engañe de nuevo, y sonría como si no se hubiera ido nunca.



jueves, 24 de enero de 2013

AL BORDE II

Más allá de la ciencia


No todas las cosas pueden profetizarse, por lo tanto los pronósticos están sujetos a una suerte de imprevistos engranajes.


Dice la sabiduría china que el momento elegido por el azar vale siempre más que el momento elegido por nosotros mismos.

También, si nos animamos a entrar en un momento poético podemos recordar la frase del novelista francés Théophile Gautier. “El azar es el seudónimo de Dios cuando no quiere firmar”

Les voy a contar un cuento que incluí en mi libro Concierto de cuentos, editado por El Lector, allá por 1997. Ahí va:

Tres filósofos matemáticos se preguntaron si era posible medir en términos exactos, el periplo que cumple una hoja que se desprende del árbol. Esta comprobación científica se convirtió en una apuesta primero y en una obsesión después. De ser así y contando con informes precisos del viento y de las probabilidades de lluvia, la hoja se depositaría en un lugar prefijado.

Entonces hicieron una marca en el suelo, una sencilla cruz marcaba el sitio exacto donde aterrizaría el artefacto natural.

Si los pronósticos eran correctos, no dudaban de ellos, la amarilla hoja caería justo en ese lugar y su descenso, controlado por computadora no le demandaría más de dos minutos. Calibraron diversas alternativas a fin de no precipitarse en un error y, expectantes , aguardaron el desprendimiento que no tardó en ocurrir pues era la estación correcta, el viento soplaba a favor y la temperatura no podía ser más óptima en el momento oportuno.

Aunque la brisa pronosticada se aproximó a la hoja, ésta en vez de bajar se elevó, su peso no era obstáculo para un imprevisto vuelo. El orden y la prisa no son hermanos dice el refrán.

De modo que se alejó impulsada por la brisa, después siguió viajando por praderas, luego siguió vagabunda por el lecho de un río, por polvorientos caminos, hasta perderse de vista. Ellos jamás supieron en que‚ lugar se quedó quieta y se apagó su ultimo rumor.

En tanto, debajo del árbol, tres decepciones estaban absortos mirando la señal vacía que habían dibujado en el suelo. Al punto comprendieron la vanidad de su intento: Lo pequeño resiste a lo grande, justamente porque busca su debilidad para derribarlo.

El talón de Aquiles de los sabios es creer que todo puede medirse y predecirse, ignoran a veces que los fuertes condimentos de la libertad son los que generan los cambios en la historia.



C.G.P.

AL borde

El saber de los otros


La sapiencia de oriente, siempre me ha fascinado, por el poder y el efecto que tiene en la elección de las palabras para que, en pocas líneas, a veces basta una, logre abarcar todo un concepto que nos puede cambiar la vida o hacernos reflexionar y corregir nuestros errores. Aquí van algunas frases, extraídas de ese libro inabarcable que se titula Pepitas de oro de José E. Guraieb y publicado hace justo cuarenta años.


* Reflexiona antes de hablar, pues no podrás conseguir que tu palabra vuelva una vez que ha rodado por la pendiente del error.

* Taparse un ojo en un país de tuertos, no es ningún mérito, sino más bien falta de carácter,

* Si es cierto, como dicen, que el ojo del amor es ciego. No es motivo para que se abra sólo para ver los defectos de la gente.

* Hay que saber despertarse de los sueños.

* La vida se reedita y los hombres somos letras que llenan sus páginas.+

* Un libro abierto es un cerebro que habla, cerrado es un amigo que espera, olvidado es un alma que perdona: mas destruído es un corazón que llora.

* El matrimonio es una novela en cuyo primer capítulo muere el héroe.

* Los verdaderos sabios, n su mayoría, murieron pobres, pero la vida se encargó de hacerles justicia, inmortalizando sus nombres y bendiciendo sus obras.

Pero además de frases, se suelen contar pequeñas historias que trasmiten algo para quein sepa aprovecharlas: Esta habla de un maestro, un hombre justo y piadoso, que enseñaba el andar por el camino recto. Un día un discípulo se le presentó diciéndole que ya había aprendido mucho con él pero que le enseñara el correcto proceder, puesto que se creía con condiciones luego de haber recibido sus enseñanzas. Su alumno quería llegaren el menos tiempo posible a su misma condición de maestro.

_ ¿Te sientes capaz de ello?, le dijo el guía “entonces ve a la ciudad, observa lo que allí pase y vuelves y me cuentas lo que viste”.

A su regreso le dijo que vio a un viejo hortelano llevando un burro cargado de frutas y y que un soldado con prepotencia le golpeó y lo despojó de su mercadería.

El maestro entonces le dijo: “Si tu conocieras los santos nombres de Dios, ¿qué le harías al soldado?

- Pediría su muerte, por su impiedad y prepotencia.

- ¿Y que actitud tomó el hortelano frente al soldado? a lo que el discípulo respondió; “Nada, sólo vi en su rostro los signos de la piedad como si hubiera tenido lástima de su verdugo…”

Sólo sirven los hombres que poseen la virtud de la paciencia, el dominio sobre sus pasiones, la bondad, la piedad y la caridad, cualidades que se resumen en el amor. Dones que aún te faltan para ser un modesto amigo de Dios. Le dijo el maestro y dio por terminada la conversación.


C.G.P.