Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

martes, 18 de octubre de 2011

Basura inteligente

No sé si ha observado, que muchas veces en la basura que hay en las calles, con mucha frecuencia aparece algo desechable que le puede ser útil, algo que ha perdido su utilidad para el dueño original pero que a usted era eso que le hacía falta. Un viejo ventilador, por poner un ejemplo, con una pieza que le estaba faltando al suyo y ¡Ahí está! Como anillo al dedo. Del mismo modo se pueden encontrar cosas sofisticadas o artísticas que la gente no sabe reconocer como tales porque las tilda de antiguas o inservibles. Eso sí olvídese de encontrar un cuadro original de Picasso y no lo confunda con ese poster desechado con una obra del genio español, tampoco encontrará las obras completas de Borges. ni una réplica del Cacique Lambaré. Pero se encuentran cosas interesantes y…, ojo, sin ser uno reciclador, es decir sin tener el oficio de juntar botellas de vidrio o de plástico, ni el consabido oficio de recoger cartón. Hablo del simple observador y, como tal, he tenido la suerte de encontrar botellas antiguas de soda, esas de vidrio grueso y pico de metal, no sé por qué, pero me gustan. Porque son un retazo del pasado, me hacen acordar a pasados mediodías cuando ese sifón alegraba con burbujas el almuerzo familiar de los domingos. Hay cosas descartables que por lo tanto van a la basura, pero el que sabe mirar va al rescate, y no sólo sifones, se pueden hallar botellas de gaseosas, de esas que ya no vienen más o una medalla desechada que recuerda un acontecimiento social. Hay, pienso, para todos los que se distraen en estas cosas nimias, pero llenas de contenido, reliquias del pasado cotidiano, que son muchas veces las huellas de aquello que no se consigue más porque se ha dejado de producir, de vender, de regalar en lejanas ‘promos’ publicitarias. Por todo lo expuesto no siento la mínima vergüenza de agacharme a recoger algo de ese reservorio de recuerdos, aunque después no me sirva para nada más que para alegrar un estante.


Pero ¿a qué viene todo esto? Leo un artículo por ahí que dice que internet es un basurero inteligente


donde se pueden encontrar verdaderos tesoros. Para la razón, para la inteligencia, para la investigación… ¿se entiende? Del mismo modo que nos sorprende un objeto valioso en la basura real, podemos encontrar información inestimable esparcida entre escombros de información. Es cuestión de observar y estar atentos a la pesca de esa sorpresa que nos da la búsqueda. Textos antiguos que uno creía que no se editaban más aparecen en la pantalla, y, algo que me fascina, discos de vinilos cuyas melodías se pueden copiar merced a la gentileza del dueño de la página que comparte la misma pasión. Y usted pensaba que nunca iba a recuperar esa melodía que escuchaban en su adolescencia o en su niñez. Uno puede entretenerse de mil modos en las redes de internet, que se comporta tal cual uno es. Si busca otro tipo de informaciones, de índole erótico, fotografías del pasado que hablan más que una crónica periodística, seguro va a encontrar lo que le gusta. A esta altura usted comprenderá que lo que estoy tratando de decir es que frecuente, dese una vuelta por ahí, piérdale el temor o no le haga caso a esa creencia que se tiene que hay que ser un experto para entrar a navegar por esas aguas virtuales en la frágil barca de sus conocimientos. Nadie ha aprendido sin hacer ejercicios previos, sin equivocarse o sin meterse en problemas. Y eso sirve para cualquier estadio de la vida, aunque sea virtual. Sólo un consejo para recoger cosas valiosas del basurero inteligente que es internet, Eso  si, manténgase alejado de la tecla ‘delete’, o borrará todo lo que he escrito hasta aquí.


C.G.P.

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