Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

martes, 14 de enero de 2014

Comentario

Crónica de UN Reconocimiento de agradecidos lectores


Poe Enrique Ostuni


El, martes 26 de noviembre del 2013, los asistentes al acto de la presentación formal de cuatro libros de César González Paez, compartíamos unánimes sentimientos de agradecimiento porque teníamos algo en común: ¡Haber leído a César!
  De los presentes, algunos conocían sus escritos como periodista, otros fueron además lectores de algunos de sus cuentos, un grupo más pequeño -que tengo la suerte de integrar- conocíamos también sus virtudes de poeta disparador de emociones y pensamientos reflexivos.
Creo no equivocarme al asegurar que quienes escuchamos a Toni Carmona y a Mario Casartelli referirse a las variadas formas en la que sabe expresarse César, asentíamos complacidos por ser parte del grupo de lectores entusiastas de este excepcional creador literario.
Contentos estábamos porque César se hubiera decidido a participar de una reunión multitudinaria superando su proverbial discreción.
También estuvieron los privilegiados compañeros de ‘la redacción’ que disfrutan desde hace mucho de la convivencia con tal ‘buen tipo’.
Me sorprendió saber que César también es músico y que compuso la medolía para varios de sus poemas.
 Para los amigos que no estuvieron presentes, les adjunto estas “perlitas” extraídas de “Jarabe de cuentos”, “Luna de Menta”, “Sombra de Boleros” y “Anclajes”, títulos de las creaciones de César gonzález Paez presentadas ayer:   
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“HABITANTE DE LA PLAZA”  de César González Paez
(pág 155 “JARABE DE CUENTOS” ‘SERVILIBRO’ enero 2005)
Siempre en domingo, iba a la plaza para encontrarla, para decirle lo que sentía y no se animaba. Élla, a las cuatro, ya encontraba la fresca sombra. Inquieto el viento, en sus cabellos se le enredaba. Qué envidia daba que aquella brisa la acariciara y él envidiaba que la sonrisa le arrebatara.
Siempre en sus juegos de solitario él la veía, leyendo un libro que, infaltable, era de versos. Así, la tarde se ador-mecía en muy quietas horas y él la miraba, como un cuadro añejo que vio en la sala de algún museo. No supo entonces si sonreía o si era de ensueño, pues ella atraía el mirar risueño hacia cualquier parte.
"Tal vez un día -pensaba él-, justo un domingo que el aire falte, le silbaré al oído la canción del viento. Yo peinaré su pelo, alisaré su falda y ella me contará su gran secreto: que es de mármol y que su corazón hace tiempo dejó de amar, cuando el cincel del escultor la dio por concluida y la abandonó a su suerte de fría piedra".
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“SEÑAL”  de César González Paez
(pág 11 “LUNA DE MENTA”  ‘SERVILIBRO’ feb 2005)



Ese lápiz que lleva el verdulero
como una lanza arriba de su oreja
no le dicta solamente cifras
de mezquinas cuentas a favor.
No.
Creo que, en verdad, le susurra
plegarias aún no atendidas,
le inspira cuentos venturosos
y poemas que se desprenden
como témpanos.
Le enseña un poco de gramática
y la cadencia del asombro.
Él no alcanza a comprender
de dónde proviene el estallido
que le impone la palabra
y le obliga a ver todo distinto.
Sospecha que la gracia concedida
es un estado de locura aceptable,
vislumbra que ese artefacto de grafito
le saca puntas a su vida
y le da brillo.
Con mesura lo afila cada noche
en un aula para adultos.

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