Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

sábado, 29 de mayo de 2010

Escriba su epitafio

César González Páez
cesarpaez@uhora.com.py

Es inevitable pensar en la muerte en algunos momentos de nuestra vida, por diversas razones. O bien por la muerte de un familiar o amigo. Cuando se habla de la parca suerte también se está hablando de los epitafios. Esa frase que es nuestro telegrama al futuro, o una definición de lo que fue nuestra vida. Es algo que en literatura ya se ha convertido en un género literario si se quiere. Hay dos tipos de epitafios, el que escriben para uno y el que el propio interesado deja ya escrito para el momento en que nos vamos de este mundo. Los hay graciosos, como “Perdone que no me levante” del cómico estadounidense Groucho Marx o como una inscripción en un cementerio de León (España): “Estoy muerto, enseguida vuelvo”. Están los serios como en un cementerio de un pueblo madrileño: "Como te ves, me vi, como me ves, te verás".
Y este comentario se dispara en torno a un libro que ha aparecido recientemente en España, titulado ...Y en polvo te convertirás, elaborado por la periodista Nieves Concostrina y editado por la Esfera de los Libros. Reúne más de un millar y medio de fotografías de placas mortuorias enviadas en torno a un concurso nacional de epitafios. En ese libro peued leerse este mensaje leído en un camposanto de Murcia: “Perdone que no asista a su entierro”.
Algunos mensajes póstumos célebres son: “Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien." del mismo dramaturgo francés Molière. El escritor y pensador español Miguel Unamuno dejó escrito: “Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo”. Tal vez el mensaje póstumo más extenso sea el de Isaac Newton, escrito en latín con más de diez líneas en donde cuenta la grandeza de sus descubrimientos y culmina del siguiente modo: “Dad las gracias, mortales, al que ha existido así, y tan grandemente como adorno de la raza humana”. El poeta inglés John Keats escribió para sí mismo: “Aquí yace alguien cuyo nombre se escribió en el agua”.
Un detalle que llama la atención es la periodista que compiló el libro, dijo que cuando se lanzó la propuesta de encontrar epitafios raros o curiosos, la repuesta fue sorprendente por la cantidad de mensajes que recibió. Fue en un artículo aparecido ante la presentación del libro y hace una reflexión interesante sobre el contenido: que se trata de un mensaje de alguien al que no le puedes rebatir o un mensaje que logra que te detengas ante la tumba de un desconocido atraído por esa frase que cifra toda una existencia.
Es muy probable que, si no lo hemos hecho ya, algún día pensemos en el nuestro. Pienso que uno oportuno sería: “Siga de largo, aquí ya no hay nada que hacer” o algo similar al epitafio del actor Mel Blanc, que le ponía la voz al personaje de dibujos animados Bugs Bunny: “Eso es todo, amigos”. Pero no me decido a elegir una frase póstuma porque no tengo agendado morirme a corto plazo, aunque eso sea algo que deseen mis enemigos, ¿quién no los tiene? Lo que puedo rescatar sí, es éste epitafio que escribió el lector de un diario para si mismo: “Por fin he superado el miedo a la muerte”.

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