Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

lunes, 4 de abril de 2011

La 'vejez' de la noticia

No es de ahora, lo dijo el escritor argentino Jorge Luis Borges que no hay nada más viejo que el diario de ayer y el concepto es que la palabra noticia es para muchos hermana de primicia y de actualidad. Sin embargo este opúsculo tratará de probar que las noticias viejas están también re-inventandose o, mejor, re-interpretándose. Si las noticias se vuelven viejas es porque nadie les saca provecho. Se verá muchas veces que en la historia, incluso actual, muchos hechos se repiten por los mismos errores. Por no saber leer las entrelíneas que nos regala la noticia fresca, recién salida del horno del momento.


Claro, con el correr de los días pierden vigencia y los diarios viejos son pastura para los historiadores, que son finalmente quienes las interpretan mucho tiempo después. Pero haga un simple ejercicio, busque cuatro diarios distintos de ayer y encontrará la noticia ‘pasada de moda’, que aparentemente, ya no genera interés. Notará que comparando la misma información, notará que un cronista pone su atención en un punto y resalta algo que los otros diarios, con la misma noticia, no advirtieron. En otro caso verá una foto que registra un detalle importante, que se contradice con el desarrollo de la crónica. Y es casi inevitable que esa noticia ‘vieja’ se vea completamente diferente a la que leyó apresuradamente por la urgencia de estar informado de algo en el momento. Error de creer que lo que sabemos es todo y que lo demás es puro cuento.


Hay algo que suelen hacer los historiadores, algunos por supuesto, y es esto: comparan las noticias de las diferentes fuentes e incluso leen las noticias de la edición del día siguiente por si hay reconocimiento de alguna errata. Algunos medios no tienen problemas en dedicar un espacio para admitir que hubo un error o confusión, lo que les reditúa confianza en los lectores. Porque errar es humano, pero negarse a la retractación es propio de la tozudez, del orgullo de los que se creen que de este lado del mostrador son portadores de la verdad.


Muchos lectores, especialmente ahora por la agilidad de los medios electrónicos, escriben raudamente advirtiendo los errores de la crónica y la denuncian. Publicar la carta es meritorio, pero tiene que haber también uns fe de erratas por parte del redactor de la noticia. Que ‘por un lamentable error’ se puso el nombre de alguien cuando en realidad era otro, o que los hechos no sucedieron tal cual sino que surgió de lo que la ‘gente decía’ en el lugar del hecho. Lo que sea, la noticia vieja insiste en apelar a la verdad.


Y notando las diferencias de escritura y ánimo en cada noticia muchos también se preguntarán: ‘Y éste…¿qué es lo que quiso decir?”. Un buen número de lectores conformistas lo darán por cierto porque hay otras cosas importantes. como por ejemplo enterarse de la movida de último momento. De allí la importancia de que los hechos tenidos por viejos se vuelven históricos, es decir, parte de la historia, sean interpretados con la mayor veracidad posible. De una crónica de ayer usted puede sacar todavía varias conclusiones, estudiarle su grado de dramatismo, de humor, de perplejidad, hasta echarle un vistazo desde el lado artístico si quiere.


Pero no deseche una noticia con mala reputación porque es de ayer, tal vez obtenga la punta de diamante que suelen tener las noticias y que se descubre que es cuando, además de informar, le está advirtiendo a uno de algo y no simplemente actualizándolo. Las noticias viejas, por poner un ejemplo, le están diciendo que en una calle cualquiera ocurrió un accidente con perdidas que lamentar, otros sueltos anteriores podrían indicar que en esa misma arteria hubo otros accidentes. O sea que, entre líneas, se lee que siempre ocurren coalisiones por esta esquina y si usted pasa por allí deberá extremar cuidado. Ese descubrimiento le está advirtiendo, si es que el periodista no se tomó el trabajo de averiguar más al respecto y contárselo. Pero esto de ‘darse cuenta’ es producto de leer, esa deducción es prácticamente imposible, si no se compara la noticia fresca con las crónicas anteriores. De allí que me parece que un diario ‘viejo’ puede ser fuente de consulta de hechos destacados que pasan desapercibidos, lo que tanto predicaba Borges, la relectura es más importante que la lectura. En la vida todo cambia, incluso la noticia vieja,

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