Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

lunes, 4 de abril de 2011

Un personaje absurdo

Si uno se pone a pensar, descubrirá que a lo largo de la historia, si se lee atentamente, suceden a menudo escenas absurdas, comportamientos desorbitados de personajes o grupos que acaban por asombrar. Esto nos permite comprender que los caminos de la ciencia y de las ideas, muchas veces se confunden con la locura.



Hablaremos entonces de la tozudez, por ejemplo, de un médico y astrólogo italiano que, adicto al juego y las ciencias ocultas, elaboró su propio horóscopo. Hasta ahí nada especial que llame la atención si fuera por lo que ocurrió después. Por los movimientos de los astros se le ocurrió interpretar que su propia muerte ocurriría antes de cumplir 75 años, ignoro si en su vaticinio incluyó una fecha y hora exacta.


Lo que sucedió es que Gerolamo Cardano, tal es el nombre de este excéntrico protagonista, se tomó muy a pecho su vaticinio. A esto se sumó que por su carácter engreído no toleraba reconocer sus propios errores. Faltándole poco para llegar a la fecha predicha y notando que gozaba de buena salud, no se le ocurrió mejor idea que suspender alimentos y bebidas. De este estúpido modo, logró acertar el pronóstico de su muerte, dicen las crónicas que ocurrió con el pequeño margen de sólo cuatro días. Y uno se pregunta ¿a quién le fue a contar que acertó, que le fue bien en sus conjeturas y que tiene más para dar a la ciencia? Conste que en aquellos años era un respetable y prestigioso médico que atendía incluso a jerarcas del clero.


Y tomando este ejemplo, uno se dará cuenta que, con el pasar de los años, esta noticia ha pasado por el tamiz de los historiadores, cada uno dueño de una interpretación. Unos habrán dicho que Cardano estaba loco, otros que fue un mártir de la ciencia, algunos explorarán por el lado de la cábala o del psicoanálisis. Otros comenzarán a hurgar sus cartas y escritos para comprobar si se le ocurrieron otras predicciones. Tal vez morbosamente para descubrir otras muertes dudosas de la época, supongamos de gente a quienes les predijo lo mismo y les ayudó a que se cumplieran sus pronósticos (los suyos). Este tema daría pie para aquellos escritores exitosos y mediáticos que se inspiran en las intrigas del medioevo y las cruzadas.


Una perla más de este hombre cabalístico que nos ocupa hoy: uno de los tropiezos de su vida fue haber escrito en 1570 nada menos que el horóscopo de Jesús. Es decir, se puso a hurgar en el sagrado campo de los preceptos cristianos, por lo que fue enviado a prisión por herejía. Como los barrotes suelen ser muy convincentes a la hora de arrepentirse, se desdijo de su escrito y fue puesto en libertad pero con la prohibición expresa de publicar. Esto último pudo resultar un verdadero castigo para un erudito que tenía editado varios libros de matemática y filosofía. Hay crónicas serias que, cuando hablan de él, dicen “murió en Roma, una leyenda dice que en el día que él había predicho”.


Esta es la muestra de muchos personajes que han pasado a las crónicas históricas por hechos absurdos, parece que esa clase de tipologías tienen más éxito en la memoria colectiva. A muchos sabios los acoge el silencio del olvido, muchos de ellos han hecho aportes invalorables para que hayamos llegado a este nivel de civilización, pero no los conocemos. Puede ser también una deuda que tenemos con ellos, contraída por no acordarnos de esa lucha solitaria de la sabiduría por abrirse camino hacia la verdad. Algunos con éxito, otros pasando por la sombra de la prisión por sus convicciones o descubrimientos.


También hay que pensar que fueron sabios excéntricos que muchas veces tomaron caminos equivocados. Como la historia de Cardano, un hombre, que por no contradecirse, ayudó a cumplir el horóscopo que se prometió.

No hay comentarios: