Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

martes, 12 de febrero de 2013

Dos textos salvados del olvido


I


El sonido que llega de lejos, se parece a los pétalos de los silencios, que te escogen en intermitencias. Parece contradictorio pero toda ausencia produce un eco audible, hasta el ladrar del perro queda hueco cuando le ladra a una sombra. Cuando crees oír algo la voz se apaga y deja la mitad de la palabra que querías escuchar. Así nadando hacia el mar del no escuchar, te desligan de descifrar gritos sin argumentos, pedazos de razones que se van desintegrando por sus débiles evidencias, como tratar de escribir un tratado de por qué las olas se tributan al mar.
En momentos como éstos pareces que eres un sobreviviente. Alguien que quiere escuchar los latidos del mundo y sólo le quedan los de su propio corazón. ¿Será que así viviendo y trabajando en la invención de la sordera, de los que no se escuchan a sí mismos, es que vas creciendo para ser lo suficientemente adulto e idóneo para morir? Dudando, no ha sido otra la estrategia que te llevó por los años a la nada. Eres una madera flotando en el mar del tiempo, pero a pesar de todo eres un mensaje. Y eso es todo un vergel de esperanzas, una esquela  quizás tan sólo para ti mismo, una botella en el mar con el precepto tardíamente aprendido, que así flotando es como se va la vida.



II

Si te callas no estorbas y es un prudente modo de seguir por el camino, sobre todo si vas acompañado de otras almas con los mismos intereses. Nadie es más seguro que el que sabe a dónde va, lo que sucede es que muchos somos grumetes, marineros inexpertos en un barco que nos han prestado el timón unos piratas locos. Pero las razones están haciendo allá afuera señales para tu mente adormecida por los consentimientos, son faros que arroja sus luces en la noche. Parecen estar diciéndote: ¡Cuidado, puedes encallar si nos respetas las señales!  Algo dicen y es probable que te importe, siempre y cuando estés capacitado para escuchar lo inevitable: toda verdad se sale de los planes que tenías para ti mismo.
Los desenlaces muchas veces son tercos y necesitan arremolinar su embudo para llevarte como sea. Pero sospecho  que respetará al que resistió, al que no se quedó callado y hoy es bandera de los que siguen por la vida. Siempre hay que asumir un riesgo, pero respetando las señales por donde han pasado otros. Algún día te los encontrarás en el camino y reconocerás, no a extraños, sino a camaradas de la vida que hasta hoy vencieron las tormentas y…siguen.

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