Palabras, palabras...

Palabras, palabras...
Dibujo; César González Páez.

martes, 12 de febrero de 2013

Parque temático



A tono con
el momento


Imprudente táctica es el enojo y es una verdad  a voces que en el callar no se estorban las palabras. Porque en los  decires erráticos y gestos de orgullo se tejen los motivos de los enfrentamientos. Siempre hay otro que piensa distinto y más le vale sus argumentos.
Para muchos, una palabra ofensiva no dicha la mayoría de las veces, es un acierto,  porque el negarse a decir todo lo que uno piensa es prevenir el desacierto. 
Pero hablando de no hablar más y negarse a recibir el auxilio de las razones que da la sensatez, es simplemente una cuestión de vano orgullo. Cuantas personas han ganado prestigio reconociendo que se han equivocado y que como dice el dicho ¨cada vez erran mejor” porque no se atienen a las razones que defiende su orgullo.
Si uno viniera al mundo con el guión escrito, no tendría razón la vida, el destino seria un estorbo pues ya estaría planeado, consensuado, aprobado y archivado el expediente de cada existencia. 
Por suerte existe el fracaso, el empezar de nuevo, el  volver a intentar y descubrir que aquello que nos parecía un páramo puede ser sembrado y tal vez nos regale futuros árboles, flores, vidas silvestres y otras sorpresas por el estilo. Es una cuestión de empezarnos a dar cuenta de lo que esta pasando en el mundo.
Creo que los  estrategas de la vida pública y de los destinos de mucha gente, mal llamados políticos, que  deberán ser necesariamente sabios y prudentes, no han arrancado hasta ahora. Porque no comprenden que no hay salvación por uno, sino en la asistencia de todos. 
Las buenas decisiones son eso que te permiten caminar a cualquier hora por la calle, pues hasta tu enemigo reconoce que eres una persona justa. No hay prestigio mas solidó que tu antagonista te respete. Aunque no faltará el loco que desbarate tal conjetura y arremeta para embarazar de nuevo a la injusticia que, por cierto, los hijos que da hacen de la historia una histeria.
Las razones para creer en algo justo son muy fuertes, pero la ambición es una vara difícil de medir,  hay pocos que comprenden que una vida se hace juntando muchos poquitos, trozos de errores, piedras en el zapato de la experiencia, fracasos de diversos calibres y colores, pero también poquitos de alegría, justicia, equidad, buenos sentimientos.

¿Por qué no la nobleza?


Y si…algo de nobleza, cada día en peligro de extinción. ¿De qué estoy hablando? Todo el tiempo la humanidad parece construirse a sí misma haciendo pedazos lo que construye, por eso las costumbres ancestrales desaparecen y hacen lugar al olvido fácil y hacen de este mundo algo frágil.
Por ejemplo, la naturaleza nos dio todo en buena forma, por muchos siglos  y en perfecto estado, nosotros, locatarios de un pequeño espacio de  vida, a lo largo de la historia, nos hemos encargado de estropearlo todo. Ahora, sabios y filósofos sólo pueden predecir cuánto tiempo nos queda. 
Un desastre ecológico nos mira desde lejos, pero viene teñido de radiación, de deforestación y desamaparo de las aguas, hoy verdes;  y el mundo es una tómbola en el que estas jugando sin participar, sin darte cuenta del grano de arena de desastre que sembramos todos los que no respetamos la ecología. 

La naturaleza continuará y reverdecerá, pero miles de millones de prepotentes e inocentes, en mi aldea global,  no vivirán para contarlo. 

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